Junta birmana no escucha a ONU y endurece represión
Bangkok y Rangún | Agencias
El llamamiento a la "contención" del Consejo de Seguridad de la ONU a la Junta Militar de Birmania ante el profundo deterioro de la situación política en el país cayó ayer en saco roto. Los militares, lejos de detener la represión de las manifestaciones en favor de la democracia, aumentaron ayer las represalias, especialmente contra los monjes budistas, que volvieron a desafiar a la Junta y salieron a la calle en una jornada que acabó en una matanza.
En la represión de ayer resultaron muertas nueve personas, entre ellas un monje y un fotógrafo japonés, quien fue asesinado a sangre fría por un soldado cuando yacía en el suelo. Se trata de Kenji Nagai, de 50 años, que trabajaba para APF News y cuya muerte suscitó ayer la enérgica protesta de Tokio.
Cerca de 70.000 manifestantes plantaron ayer cara al régimen en la antigua capital, Rangún, gritando consignas contra la Junta y a favor de la democracia, como "venceremos". Los soldados dispararon contra miles de manifestantes en varios barrios de, Rangún. Sólo en Tamew (este), las fuerzas de seguridad birmanas abrieron fuego desde dos frentes contra miles de manifestantes. También se reprimió con dureza a los manifestantes en las proximidades de las pagodas de Shwedagon y Sule.
En la madrugada, los soldados detuvieron a más 800 bonzos en cuatro monasterios de Rangún, en una redada que acabó con la muerte de uno y otros siete heridos de bala. En uno de ellos, el de Ngwekyaryan, donde ayer podían verse casquillos de bala y charcos de sangre, los monjes retuvieron a funcionarios de la Junta.
Enviado de Ban
La Liga Nacional para la Democracia (LND) denunció la detención de su portavoz, Mynt Thein, y del responsable de la región de Irrawaddy, Hla Pay, hombres de confianza de la líder del partido y del movimiento democrático birmano, la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, a quien la Junta Militar acusa de instigar las protestas, pese a que la tiene bajo arresto domiciliario desde 2003.
Un destacamento militar entró en el Hotel Traders, en el centro de Rangún, y comenzó a registrar habitación por habitación para buscar a varios periodistas extranjeros que han entrado en el país con visado de turista, en una jornada en la que la Junta acusó de mentir a la Prensa extranjera. El hotel, de 407 habitaciones, tiene conexiones de internet y teléfono. "Algunos medios occidentales están sacando informaciones distorsionadas para alentar las protestas", denunció ayer el diario estatal La Nueva Luz de Myanmar en su editorial.
Los generales cuentan con una eficiente y extensa red de espionaje que se basa en un programa desarrollado a lo largo de cuatro décadas de dictadura. Las llamadas telefónicas al exterior son interceptadas sin disimulo y cuando se usa internet, sólo disponible en hoteles de cuatro y cinco estrellas, hay que entregar copia del texto.
Aunque China y Rusia impidieron que el Consejo de Seguridad dictara una condena firme contra la Junta Militar la víspera, los militares birmanos se avinieron anoche a aceptar la entrada en el país del enviado de Naciones Unidas, Ibrahim Gambari. Pekín aconsejó a sus amigos birmanos esta decisión tras pedir a la Junta que una gestión prudente de la crisis y reclamar contención a ambas partes. Poco antes, EEUU había pedido a Pekín diálogo conjunto para frenar la violencia, y el presidente Bush reclamó el apoyo de la comunidad internacional.