Perú entra en reflexión y abre su arcaico juego de las charadas electorales
Lima |
Perú inició ayer su período de reflexión electoral de cara a las elecciones generales previstas para mañana, un período marcado por la absoluta incertidumbre sobre el resultado y por tener a todo el país enfrascado en un arcaico y compulsivo juego de las "charadas" electorales: la difusión camuflada de encuestas, prohibidas por ley pero que corren como la pólvora entre una población ansiosa.
Con siete candidatos apretados en un puño por entrar entre los dos primeros y optar así a la segunda vuelta, la angustia es patente en el país y en sus redes sociales, más aún desde que las últimas encuestas difundidas legalmente señalaran que el candidato de ultraizquierda Pedro Castillo había irrumpido en el grupo de candidatos con muy serias opciones, reventando las expectativas y haciendo del voto por cálculo político una necesidad para muchos.
En ese contexto es en el que aparecen, desde que el pasado domingo entrara en vigor la prohibición para difundir encuestas, estudios y sondeos de cualquier naturaleza relativos a las elecciones, los subterfugios para publicar "fotos del momento", en un juego de adivinanzas y jeroglíficos burdos, casi siempre evidentes y que desde luego dejan en evidencia la existencia de una norma arcaica y perjudicial.
Y es que la necesidad de "ocultar" estos resultados permite la difusión sin control alguno de productos falsos, manipulados o abiertamente inventados, orientados a influir en la elección y no a informar sobre la misma.
Así, los peruanos se encuentran con mensajes de Twitter o cadenas de WhatsApp que sustituyen a los partidos por un menú de opciones más o menos relacionadas con las formaciones políticas o los candidatos en liza.
Y como es un "menú", lo más común es que sean alimentos los que identifican a los candidatos.
Como una naranja, que se refiere directamente al color partidario del movimiento fujimorista Fuerza Popular y su candidata Keiko Fujimori, quien a veces, por su ascendencia japonesa, también es reconocida como "Chaufa", el arroz típico de los restaurantes orientales peruanos.
El Partido Morado, de una forma que requiere relativamente mayor imaginación, aparece frecuentemente en forma de berenjena, por su color, mientras que el Frente Popular Agrícola FIA del Perú (Frepap) es representado por un pescado, el mismo que aparece en su logo partidario.
El ultraderechista Rafael López Aliaga, celebrado como el "tío Porky" por su aspecto rechoncho y sonrosado, es claramente un "chancho" en estas encuestas. Para añadir detalles, por si aparece alguna duda, hay quien se refiere al candidato, miembro del Opus Dei, como "chancho al cilicio", un juego entre el instrumento de mortificación personal que confesó usar con cierta frecuencia y el popular plato callejero de "chancho al cilindro".
En ese sentido, en Perú es ilegal decir, por ejemplo, que Keiko Fujimori domina en las últimas encuestas con aproximadamente un 12 por ciento de intención de voto, pero no decir que "un 12 por ciento de los peruanos prefiere comer naranja".
Esto da lugar a expresiones como "Una cosecha de naranjas (Fujimori) en tren (Hernando de Soto, neoliberal cuyo símbolo partidario es un tren) ponen al chancho (López Aliaga) a la parrilla", que significan que los dos primeros partidos superan en intención de voto al último.
Otras opciones son más ambiguas: cuy con mote, comida provinciana y andina por excelencia, se aplica tanto a Pedro Castillo como a Yonhy Lescano, ambos procedentes de la zona serrana, lo que contribuye a la confusión para el neófito.
Un mal ambiente
Más allá de simpáticas muestras de ingenio y capacidad para la mofa que generan estos subterfugios, lo cierto es que la prohibición de difundir encuestas y sondeos en el tramo final de la campaña electoral lo que hace es generar "un mal ambiente", según indicó Adriana Urrutia, presidenta de la Asociación Civil Transparencia.
"La prohibición de encuestas es sin duda perjudicial e incluso la Comisión de Alto Nivel para la reforma política solicitó modificar esa prohibición. Desde Transparencia nos sumamos señalando que no es una prohibición sume nada, particularmente en los últimos días de la campaña electoral. Lo que hace es generar un entorno, un ambiente que refuerza una idea de que no se puede hablar de la situación electoral o política. Necesitamos develar ese secretismo para que los ciudadanos puedan dar su voto en función de más variables", razonó.
Lo cierto es que hay varias propuestas de ley en marcha para modificar la norma, considerada por algunos legisladores no solo "absurda e inviable", sino que además resulta una prohibición imposible de hacer cumplir.
Sin embargo, si finalmente logra cambiarse, llegará tarde para una votación como la del domingo, en la que existe una disparidad de candidatos y propuestas sin precedentes.