Educación e igualdad de género
La educación es un medio que contribuye a disminuir y eliminar las brechas de desigualdad en el acceso a recursos, salud, bienes y servicios, así también a la transformación del sistema patriarcal. El acceso y permanencia de mujeres en el sistema de educación se ha incrementado, registrándose sólo un 8,7% de mujeres analfabetas, de las cuales el 19% son mujeres de tierras altas y 13,2% de tierras bajas, según el Censo 2012. Sin embargo, se debe continuar interpelando al complejo sistema cultural que es reproducido desde la familia, escuela, iglesia y medios de comunicación, denominadas por Gramsci aparatos ideológicos.
Las mujeres en el área rural son las que más demandan mayor educación, pues así pueden hacer efectivos sus derechos a la participación política, a una vida libre de violencia, al reconocimiento de su aporte a la economía familiar y a la democratización de roles.
El desafío de avanzar en relaciones equitativas entre hombres y mujeres requiere de la transformación personal y social. La educación se constituye en una estrategia fundamental para generar cambios debido a que está relacionada con la acción y, por tanto, permitirá reflexionar la realidad, cuestionar las ideas, las conductas culturalmente construidas y aceptadas, para posteriormente transformarla. La educación no debería reproducir las relaciones de dominación de género. La propuesta pedagógica de Paulo Freire será un aporte importante para la deconstrucción de una educación sexista y clasista, y más bien se podrá avanzar en una educación igualitaria e incluyente.
En este fin es necesario amplificar y fortalecer acciones educativas desarrolladas en el marco de la Constitución Política del Estado y la Ley de Educación Avelino Siñani Elizardo Pérez, pero habrá que reflexionar en su aplicación para que no sea reproductora del poder, donde se legitiman identidades sociales jerarquizadas y patriarcales.
En el área rural hay diversas experiencias de formación de líderes y lideresas adultas, algunas apoyadas por Organizaciones No Gubernamentales y también por el Estado, que buscan sensibilizar a la población sobre las relaciones desiguales e inequitativas entre hombres y mujeres, procesos que han sido demandados por las mismas organizaciones de mujeres. Algunas mujeres que han participado de estos procesos manifiestan que su condición de vida va mejorando, porque pueden exigir el cumplimiento de sus derechos y asumir una posición activa y propositiva en sus organizaciones. Asimismo, en su vida familiar. Sin embargo, la limitada participación de mujeres, la discontinuidad de participación en todo el proceso debido a las actividades de cuidado que están a su cargo, la poca participación de varones no porque tengan limitación de tiempo, sino porque desde su percepción el trabajo en género es sólo para mujeres, la necesidad de contar con profesionales bilingües y sensibles a la temática, la necesidad de ver alternativas para el cuidado de los niños cuando sus madres están en el taller, son aspectos que se deben tomar en cuenta a la hora de llevar adelante estos procesos educativos, que permitan avanzar y contribuir en una mayor igualdad de género.
La autora es pedagoga.
Columnas de CRISTINA LIPA