Un tipo de cáncer habita en palacio
Bajo los argumentos de que el anterior palacio era pequeño, frío, clasista, colonialista, se justifica la construcción del nuevo; un rascacielos tercermundista, como lo califica Agustín Echalar muy acertadamente, y que costó alrededor de 35 millones de dólares.
No es casual que las voces de la ciudadanía de a pie, desde el sentido común, hayan cuestionado la nueva construcción siendo que el campo de la salud está desatendido y no priorizado; pues cada día tenemos casos de enfermos que nos muestran el grado de abandono y desprotección en el que están, por parte del Estado. Es claro entonces lo paradójico del asunto, pues en el marco de un Gobierno que se jacta de ser socialista, de izquierda, se haga un nuevo palacete a medida del imaginario que tiene sobre sí mismo nuestro gobernante.
No es raro que en el contexto del escándalo destapado en la sección de radioterapia del Hospital de Clínicas en la sede de gobierno, en la que al parecer cunde la corrupción, o actualmente exista hacinamiento en los hospitales públicos, se prioricen caprichos desproporcionados respecto de nuestras necesidades como país.
Cada día vemos por los medios de comunicación y las redes sociales, el aumento de personas enfermas de cáncer, vemos la organización de kermeses y actos solidarios, junto a la petición de ayudas económicas. A esto se añade las condiciones y equipamiento paupérrimos de nuestros hospitales públicos para enfrentar la curación y tratamiento de esta afección.
Entonces, en este contexto el nuevo edificio con un montón de lujos, detalles, aditamentos y lo que a futuro supondrá la manutención, es un insulto a nuestra condición como país pobre. Aunque nuestras autoridades señalen que ya superamos la línea de la pobreza, cómo estamos de salud los bolivianos dice lo contrario y tener un emporio que muestre la opulencia y aparentemos una riqueza y bienestar que no tenemos, es indignante. Y como colofón, la llaman la Casa del Pueblo.
Al parecer un tipo de cáncer cunde en el palacio, ese que corroe y avanza, hace metástasis cuando más poder se tiene o se arroga. Sepan ustedes que esa construcción ostentosa, daña la dignidad humana. No condice con nuestra esencia, y ni que se diga que si el anterior palacio era colonialista, éste es imperialista, al muy estilo neoyorquino. Ahora sí, cuadra que hubo influencia del imperio, ¿verdad, señor Presidente?
La autora es socióloga y antropóloga
Columnas de GABRIELA CANEDO VÁSQUEZ