Algunas preguntas
Antes de tener a mi hija tuve dos pérdidas. La primera fue poco tiempo después de que vimos en la ecografía la primera imagen con un corazón latiendo desenfrenado. Fue una experiencia arrasadora. La ginecóloga nos tranquilizó diciendo que no era tan raro tener una pérdida. Pero, cuando seis meses después volvimos a intentar tener un hijo y volví a perderlo, sentí que se me caía el mundo encima. Se me iba mi segundo bebé, ¿podría alguna vez tener yo un hijo? Ahora bien, cuando tuve las pérdidas no sentí que perdí fetos, no sentí que perdí embriones, sino bebés. A pesar de ello, estoy a favor de la despenalización del aborto.
Hay suficiente evidencia de que el acceso al aborto seguro es una buena medida para la sociedad en su conjunto: disminuye la mortandad de quienes pasan por este procedimiento, asegurando calidad y seguridad; permite que las mujeres más vulnerables, con menos acceso a una educación sexual adecuada, puedan esperar a sentirse preparadas para la maternidad, disminuye la cantidad de niños que sufren violencia por abandono y violencia física, y hay algunos estudios que encuentran una correlación entre la despenalización y la disminución de la criminalidad. Tomando esto como un asunto de salud pública, la despenalización puede ser una buena medida para el conjunto de la sociedad.
Pero ¿eso es suficiente? No lo sé. Todavía hay preguntas que quedan por responder. Comenzando desde la visión misma de la vida y de su sacralidad: cada vez es más cuestionada, por ejemplo, la pena de muerte. ¿Es lícito, entonces, deshacerse de otra vida? ¿En qué condiciones y bajo qué parámetros? Si bien es una práctica que se hará de todos modos y que regularla podría prevenir la muerte de muchas mujeres, ¿debemos considerar una buena idea regular todas las prácticas ilegales para asegurarnos que haya un control de daños? ¿Hay un límite en las prácticas prohibidas que consideremos inmorales o ilegales? Es un gran logro que las mujeres tengan autonomía en la decisión de qué hacer con su cuerpo (mi cuerpo, mi decisión), pero ¿qué tan suyo es el cuerpo que crece dentro del útero? Por otra parte, ¿cuál es el punto después del cual se considera ya que es otra vida y no un feto? ¿Cuando puede sobrevivir fuera del cuerpo materno, cuando ya puede sentir dolor, cuando late su corazón?
Nuestras ideas pueden cambiar con el tiempo y no hay una respuesta única a estas preguntas. La única cosa que tengo clara es esta: puedo entender que otras personas lleguen a respuestas distintas que las mías. Y es que no se trata de algo trivial: se trata de qué entendemos por vida.
La autora es escritora.
Columnas de CECILIA DE MARCHI MOYANO