San Antonio, la plaza secuestrada
La ciudad de Cochabamba posee un sitio público único y sin similar en toda la Tierra. Es la plaza San Antonio, en el vientre de la urbe.
Esta plaza es única en su género, pues es delirante imaginar una situación similar en cualquier otra ciudad, de ningún lugar, civilizado o no: hace 15 años que está sitiada, encerrada en tres anillos físicos. El primero es una alta reja metálica, felizmente infranqueable. Los dos restantes son cercos de casetas de comerciantes uno pegado a la reja y el otro externo, entre ambos están –aún- las calzadas donde pululan vendedores.
Hay una fuente al medio de esa plaza secuestrada por la amenaza de la invasión del comercio callejero. Una fuente que parece no haber sido jamás estrenada, una veintena de árboles, jardines, bancos, limpios pasillos, farolas… y la soledad de la reclusión.
Encerrada en sus tres anillos, esa media hectárea de verdor y pulcritud no recibe más visita que la de los jardineros. Ningún niño juega en su pasto, nadie se reposa en sus bancos. Desde la calle, su interior es apenas perceptible.
Pero el riesgo de ser devorada por el gigantesco mercado es evidente. E inmenso. El 24 de enero, día del Ekeko, se abrieron por unas horas las puertas de la plaza San Antonio. La invasión de vendedores ambulantes fue inmediata. Tuvieron que expulsarlos, a ellos y a la basura que parece acompañarlos.
Terrible destino de esa plaza que para ser libre, y conservarse como plaza, necesitaría de un ejército de guardias.
Periodista de Los Tiempos
Columnas de NORMAN CHINCHILLA