Quillacollo, tradicional y cosmopolita
Quillacollo celebra hoy sus 115 años de creación y el lunes se cumplen 427 desde que es una provincia. Ambas fundaciones: la colonial, en 1593 y la republicana, en 1905, ocurrieron el 14 de septiembre de cada uno de esos años. Pero Quillacollo celebra su aniversario el 12 de septiembre, como una especie de cortesía con Cochabamba, con el Departamento, cuya fecha cívica la conocen todos.
La legalización republicana de su existencia como provincia, en el primer lustro del siglo pasado, fue resultado de gestiones realizadas por los diputados Francisco Anaya y Constantino Morales, aunque los trámites para su fundación, y sus orígenes se remontan a siglos pasados.
Y las referencias históricas de los orígenes de Quillacollo se ubican en tiempos precoloniales. Los vestigios de su existencia se pierden en la prehistoria de los pueblos y de las civilizaciones aymaras y quechuas.
Dos fundaciones: una colonial y otra republicana, ambas en 14 de septiembre; festejo de aniversario diferido a dos días antes, al 12 de septiembre y, para completar este juego de curiosas dualidades, los habitantes de la capital del Valle Bajo van “a la ciudad”, cuando vienen a Cochabamba, como si Quillacollo no fuese una.
Y, claro que es una, y no sólo porque una ley de 1900 la eleva a ese rango. Quillacollo es una ciudad importante: la décima entre las 32 de Bolivia, que tienen una población de más 20.000 habitantes. Su influencia –especialmente comercial– en el Valle Bajo el linde oeste del Central, la provincia Tapacarí y, en menor grado, Ayopaya y Capinota es similar a la que tiene Cochabamba, la capital departamental sobre todo el Valle Alto, la provincia Chapare, en su puna y gran parte de su trópico, y el occidente del Departamento.
La provincia Quillacollo es, en términos de extensión, la decimotercera de las 16 que tiene Cochabamba. Pero es la segunda en términos de población.
Y en el país, la segunda mayor fiesta católico-andina es la de la Virgen de Urkupiña, en Quillacollo, por cierto.
Pujante y dinámica, Quillacollo es tan industrial como agrícola, tan tradicional como cosmopolita. Y, fatalmente en términos políticos, tan provinciana como capitalina. Así lo muestra la crisis municipal que perturbó la vida de ese próspero municipio durante meses, el año pasado.
Hoy, a pesar de la emergecia sanitaria, la vida en Quillacollo transcurre con el brío de siempre. Intensa y vigorosa vitalidad de la gente que habita esa provincia y que tendría que ser dirigida con una visión de futuro, evolucionada y generosa con las generaciones que vienen, para evitar la urbanización salvaje, el despojo de su flora, el exterminio de su fauna, el nada deseado fin de su equilibrio ecológico