Simbólica silla azul
Simbólico el color, azul, de la silla que recibió ayer en la cabeza el jefe máximo del Movimiento al Socialismo, durante una ampliado de ese partido, en el Chapare, donde sus dirigentes nacionales y departamentales intentaban definir las candidaturas a las gobernaciones de los nueve departamentos y a las alcaldías de los municipios más importantes.
Simbólico también el sitio de la agitada asamblea: la comunidad de Lauca Ñ, municipio de Shinahota, sede de la Coordinadora de las Seis Federaciones del Trópico Cochabambino y bastión cocalero del partido azul, donde –hace más de un mes, a su retorno de Argentina– se había habilitado una oficina, una sala de reuniones y una vivienda para el expresidente masista, en la perspectiva de que allí se instale el “estado mayor” del jefe nacional –y de campaña electoral– del MAS.
Un jefe cuya autoridad está siendo cuestionada por sus bases, no solo en el núcleo cocalero del masismo, sino en cerca de media docena de localidades donde los militantes del MAS rechazan a los candidatos designados por la cúpula partidaria, para las elecciones municipales y departamentales del 7 de marzo próximo.
Ayer, en el Chapare, fue una silla lanzada por un descontento con buena puntería, la semana pasada, en Betanzos, Potosí, se trató de una turba de campesinos ante cuyo enojo y repudio por las imposiciones de candidatos, el jefe del MAS tuvo que esconderse durante tres horas, al cabo de las cuales huyó del lugar, disfrazado, para que no lo reconozcan.
Tampoco reconocieron su autoridad en Colcapirhua, donde el jueves pasado Morales presentaba a sus candidatos para la gobernación de Cochabamba y para la alcaldía de Cercado.
“¡No más dedazos, no más corruptos, queremos renovación!”, le gritaron los masistas enojados que se negaron a escuchar las explicaciones que su jefe nacional intentaba ofrecer, detrás de una reja cerrada.
La reja del mismo lugar donde, tres semanas antes, Morales se reunió con su exvicepresidente, algunos de sus exministros y otras autoridades que renunciaron, hace 13 meses, siguiendo su ejemplo.
La reunión de esas exautoridades era “para evaluar la coyuntura política, el ‘golpe de Estado’ (y realizar) un debate para fortalecer las bases”, dijo entonces el jefe del MAS.
Ahora, a pocos días del fin del plazo para el registro oficial de candidatos a gobernadores, alcaldes, asambleístas departamentales y concejales, es evidente que el pretendido propósito de “fortalecer las bases” masistas es un fracaso.
Será, quizás, porque la dirigencia del MAS no tiene ahora con qué, ni cómo, practicar el prebendalismo que le permitió, durante casi 14 años, ejercer un autoritarismo vertical en su partido, y en el país.