El empleo en tiempos de Covid
A la fecha, ha transcurrido más de un año de la llegada de la Covid al país, y vemos con pesar que nos encontramos ante un incremento considerable de casos que nos ponen, una vez más, ante la terrible disyuntiva de elegir entre “la vida y la economía”, con determinaciones como la restricción de circulación y consecuente paralización de actividades económicas. Por supuesto que las medidas tomadas son acertadas desde el punto de vista sanitario, pero traen profundas consecuencias laborales y sociales.
La recesión económica que atravesamos se percibe en la tasa de desempleo, en la disminución de demanda en el mercado, con una consecuente reducción de la actividad empresarial, entre otros factores. Se estima que, en América Latina, el año pasado se han perdido alrededor de 47 millones de empleos, siendo uno de los efectos mayores y de lenta recuperación, y en Bolivia, según la Fundación Milenio, se estima una pérdida de más de 1.022.200 empleos, sin considerar al sector agrícola, ni servicios básicos, ni la administración pública.
Ciertamente, los sectores económicos más afectados son los de servicios de restaurantes, hotelería y turismo –incluyendo tanto empleos directos como indirectos–, la industria manufacturera, servicios domésticos y otros, entre los cuales, además, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la reducción del empleo, en términos proporcionales, fue mayor en el caso de las mujeres que en el de los hombres y los más jóvenes son también los más afectados. Respecto a la categoría ocupacional, los trabajadores por cuenta propia se han visto más afectados que los trabajadores asalariados.
Ante este escenario, vemos cómo las dinámicas del mercado laboral han ido cambiando como mecanismo de respuesta ante la pandemia. Estamos siendo testigos de una transformación del mercado laboral, producto de la urgencia de adaptabilidad y la búsqueda rápida de medios de subsistencia. Una de las consecuencias se observa en el incremento de personas dedicadas al comercio por menor y en condiciones de informalidad (8 de cada 10 trabajadores son informales, según la Organización Internacional del Trabajo) por la facilidad de acceso a éste y su carácter eventual, además que no requiere una mayor especialización de mano de obra o calificación laboral.
En este sentido, muchas de las actividades económicas han dado un giro peculiar y han encontrado en las plataformas digitales, redes sociales, y las ventas en línea un medio fundamental para mejorar e incrementar su actividad e ingresos, así como en otros servicios como mototaxis o deliveries. Es decir que, gracias a la resiliencia de la población, empresarios y emprendedores se ha dado un proceso de aumento de nuevas ocupaciones en el comercio electrónico y la compra, venta y distribución de productos. Es considerable también el aumento del comercio de productos de necesidad básica, como alimentos e higiene personal, y el comercio de medicamentos, productos desinfectantes y otros propios de la coyuntura.
Sin embargo, pese a los esfuerzos realizados por la población, es evidente la disminución de los ingresos en los hogares y la generalizada reducción de la demanda. Se espera que exista un repunte económico a mediados del siguiente año, cuando las mismas fuerzas de mercado lo impulsen, comprendiendo que el crecimiento es también una responsabilidad colectiva de la sociedad, pero sin dejar de lado la importancia de la participación del Gobierno para aplicar medidas paliativas a la crisis y una reactivación de la economía en todos los sectores, de manera integral, que fomenten la inversión privada, la producción nacional y la demanda, que generen confianza en los agentes económicos, que incentiven la innovación y creatividad de emprendedores, esperando que las mejoras consecuentes se den de manera más sostenible en el tiempo.
La autora es economista
Columnas de FÁTIMA ZAMBRANA ALMARAZ