Las actuales dictaduras
Las pasadas dictaduras militares, como ahora lo estamos viendo y nos damos cuenta, eran sumamente rudimentarias.
Les interesaba gozar del poder, aprovechar, robar y poco más. Sin visión a largo a plazo, parecían agotarse en lo inmediato y no aseguraban su propia duración. Tampoco pretendían, mayormente, convertir a todo el país en un cuartel.
Las actuales dictaduras, en cambio, son mucho más astutas, letales y con visión de largo plazo, con visión de conjunto y se van diseñando para quedarse eternamente. Son peores, mucho más peligrosas. Si las militares no llegaron a plantearse el convertir a todo su país en un cuartel, las dictaduras de nueva cepa, en cambio, sí quieren convertir a todos los ciudadanos de sus países enteros en súbditos y militantes obedientes.
De la pólvora pasaron a las citaciones judiciales.
Y todo para lo mismo, y peor de lo que hacían los militares: adueñarse de un país y saquearlo, hacer lo que les dé la gana y a la mala, convertirse en millonarios (hoy, a cada rato se descubre a un chavista civil ocultando millones en Andorra).
Los rudimentarios milicos, además, estaban relativamente aislados, no veían más allá de sus narices. Ahora, en cambio, las nuevas dictaduras están globalizadas, se apoyan entre sí, abren sus riquezas a chinos y rusos o al mejor postor, a costa de quien sabe qué “comisiones”, mientras el complejo coca-cocaína crece exponencialmente. Se reproducen los métodos y maneras de fascismos y nazismos: proliferan los grupos civiles de choque, la persecución política, los encarcelamientos, las amenazas.
Estamos de vuelta, pues, a lo peor. ¿Será que hasta aquí nomás llegó el sueño de una democracia? No sabemos todavía, aunque parece que sí.
El autor es escritor
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.