El Teorema de Hipócritas
Así reza la formulación que nos atañe: “La propaganda intensiva sumada a la mentira constante son iguales a la sujeción del ‘pueblo’ más la corrupción al cuadrado”. Es siempre admirable la simplicidad y elegancia de las ecuaciones científicas. Despejemos esta.
Para demostrar su consistencia, debemos empezar recordando el presupuesto anual de propaganda que se ha autoasignado el gobierno masista. Lo dicen los medios: “Gobierno gastó 152 millones de dólares en once meses”. Es decir 13,8 millones de dólares por mes, o sea unos 460 mil dólares diarios. Casi medio millón de dólares al día gastados en autopropaganda. Anotemos la obscena relación, inversamente proporcional, entre el presupuesto de propaganda y los índices de pobreza.
Dicha propaganda, al mismo tiempo, cumple con la estipulación de hipocresía requerida por el mismo nombre del teorema. Hacerse a los buenos ante las cámaras y tener el palo escondido, por mucho que éste ya ha sido usado y siga siendo usado, bajo la forma de viles apresamientos y prisiones. La utilización perversa de la “fiscalía” masista.
Pero siguiendo con nuestra afortunada ecuación, procedamos ahora a comprobar si se cumplan las condiciones de una mentira constante. Examinada otra vez la prensa, es evidente que la mentira empezó el mismo día en que este Gobierno se posesionó y, constante y continua, hasta al día de hoy, la mentira no para de crecer. Constante, pues, y además progresiva. Y cansona: no hicimos fraude, nos dieron un golpe, todo lo malo viene de quienes nos hicieron escapar, etc.
Una medición adicional de la tasa de mentiras diarias, por otra parte, indudablemente arroja un resultado proporcional a la magnitud de propaganda emitida, esto es, a mayor propaganda a difundir, más mentira que propagar, más verdades que encubrir. Ambas, propaganda y mentira, conforman evidentemente lo que se llama un bucle retroactivo.
Pasando ahora al siguiente elemento del algoritmo, es decir a las consecuencias y resultados de la anterior adición, por “sujeción del pueblo” debe entenderse la conversión de ciudadanos en súbditos, la eliminación del libre pensamiento, la activación de los vectores de “concientización” y embaucamiento general de dicho “pueblo”. Este proceso, que también se refleja en cualquier investigación empírica de los medios, muestra el paralelo ensanchamiento de la mancha de corrupción a todos los niveles de la sociedad. El caso Fondioc fue la primera alerta.
Cuando la coima o la dadivosidad gubernamental con los fondos públicos se convierten en un método de asegurar adhesiones, no hay que extrañarse de que a los altos funcionarios masistas ya les parezca normal y legítimo robar, aunque haya que esconderlo. El ejemplo más claro de que la variable corrupción es decisiva como factor de poder masista, está, a plena luz, encarnada en el actual “gobernador” de Potosí. Bajo el manto protector de Evo Morales, se siente felizmente impune. “Que la prensa diga lo que quiera”, él no piensa dejar ni su sueldo ni aclarar debidamente nada, mucho menos renunciar. A eso es que se le llama “corrupción al cuadrado”: aquella que, además de delinquir, deja de preocuparse por las consecuencias jurídicas o investigativas que se puedan levantar. Esas eran cosas del pasado, de la derecha, les parece.
La estrecha relación entre los elementos en juego (propaganda, mentira, votantes, corrupción), tal como acabamos de ver en nuestro teorema, demostró su consistencia. Nada como el rigor científico.
Quod Erat Demostrandum.
Columnas de JUAN CRISTÓBAL MAC LEAN E.