Descrédito y vergüenza para el Estado de Bolivia
No vamos a repetir la retahíla de pronunciamientos que sucedió al conocerse la sentencia en contra de Jeanine Áñez, menos la confesión de culpa de Evo Morales al revelar que la decisión de enjuiciar a la expresidenta Añez Chávez por la vía ordinaria había sido tomada en una reunión del Gobierno, el partido y otros personajes, en clara demostración del sometimiento de lo judicial al poder Ejecutivo. EMA añadió todos los detalles pertinentes en un inocultable propósito de aparecer como “el ganador” en la injusta maniobra de condenar a JACh.
Desde el ámbito noticioso, el evento ha sido calificado como un atropello del poder ante la Justicia, por el relator de NNUU cuyos funcionarios han seguido de cerca todo el proceso judicial que negó a la exmandataria detenida en la cárcel desde hace más de un año. Esta calificación del más alto organismo mundial repetido en cuatro ocasiones diferentes se ha convertido en una acusación de descrédito y vergüenza para el Estado de Bolivia, con la reiteración de señalar que Jeanine Áñez debe ser juzgada en un juicio de responsabilidades por la Asamblea Legislativa tal cual está dictado por la CPE actualmente vigente.
Se podría afirmar que todos los medios independientes se han referido al caso condenando el sometimiento del aparato judicial al poder político, desvirtuando la condición de ser Bolivia un Estado regido por la democracia, con la clara independencia de poderes y el total sometimiento a la ley, tal cual sucede en un Estado libre, basado en las leyes, la aceptación del Estado de derecho y sujeto al mandato del concierto de naciones que aceptan el imperio de los principios democráticos que emanan de los pueblos.
Lo evidente es que EMA con su confesión de haber cometido el delito de sedición y subversión desde el seno del mismo Gobierno, la réplica contundente de las NNUU y la instrucción de juzgar a Jeanine Áñez, según la CPE, mediante juicio de responsabilidades, el Gobierno está frente a un grave dilema que va desde la “ilegalidad del régimen de Luis Arce” y la convocatoria a nuevas elecciones, hasta un cambio de administración que se viene inevitablemente. O sea, se abrió el abismo y la proximidad al despeñadero hace prever horas de angustia e incertidumbre frente al descrédito y la vergüenza provocada por el mismo siniestro personaje que no acepta que ya no manda, ni gobierna. Que está simplemente en el llano.
Columnas de MAURICIO AIRA