La Revolución de Chuquisaca
Hoy, 25 de mayo, se conmemora el 214 aniversario del primer grito libertario de América, la Revolución de Chuquisaca, cuando en las calles de la ciudad de Charcas, la actual Sucre, se inició en 1809 el proceso que culminaría 16 años después con la creación de la República de Bolivia.
Esa ciudad, capital constitucional del país, y del departamento de Chuquisaca, es la sede de la segunda universidad más antigua y aún vigente de América Latina, fundada en 1624.
La antigua, y hasta hoy, culta Charcas de entonces fue el faro intelectual de la libertad sudamericana. Desde allí partió hacia todas las colonias hispanas un brote de independencia que derivó en su emancipación en la primera mitad del siglo XIX.
Es innegable la dimensión histórica de esa ciudad, sede del poder Judicial — designada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1991— cuya calidad de capital constitucional e histórica de Bolivia jamás fue puesta en cuestión, a pesar de que los poderes Ejecutivo y Legislativo se trasladaron a La Paz en 1899, al final de la Guerra Federal.
Hoy, Sucre y sus alrededores son uno de los destinos turísticos más importantes del país y el espíritu de sus habitantes parece proyectar esa región como un ejemplo de convivencia y adaptación histórica.
Región rica y dinámica en agricultura y ganadería, su economía es un reflejo de la economía nacional. En efecto, así como las abundantes riquezas gasíferas de ese departamento le dieron casi una década de bonanza, hoy los mismos factores lo condenan a ser uno de los más golpeados por la caída de los ingresos provenientes de la exportación de gas natural.
De poco sirvió a Chuquisaca haber tenido durante los últimos años un crecimiento de su PIB regional muy superior al promedio nacional. Fue tan mal administrada la circunstancial abundancia que no sirvió para ampliar la base de su economía y tampoco se hicieron los esfuerzos necesarios para fortalecer los pocos pilares sobre los que se sostiene su sector productivo.
Sin embargo, y a pesar de lo adversas que son muchas de las circunstancias que debe afrontar Chuquisaca para hacer frente a los retos que le plantea el porvenir hay motivos para mantener viva la esperanza en la posibilidad de que de los errores se extraigan las lecciones necesarias para hacer las urgentes rectificaciones.
Para ello, el sector público y el privado tendrán que aunar esfuerzos alrededor de un objetivo común, cuyo primer elemento debe ser una mirada autocrítica.
Y en lo referente a su dimensión histórica, es de esperar que el Gobierno dé a Sucre el lugar de honor que le corresponde en las celebraciones del bicentenario de la Independencia, en 2025.