La Bolivia Saudita
En los años 90, fui invitado a un gran seminario de gas natural en San Diego, California. Nos llevaron en limusina del aeropuerto a un hotel de lujo, donde me esperaba una credencial dorada y al día siguiente fuimos también en limusina al seminario, donde estaban mil personas. No sabía qué hacer y saqué mi credencial dorada y como a Moisés se me abrió la gente y me dieron paso a primera fila. No entendía todo el tratamiento VIP de jeque árabe. Hasta que empezó el evento.
Lo primero que nos mostraron era un mapa de América Latina, donde Bolivia era el centro de distribución de gas. Teníamos ya tres gasoductos construidos a Brasil, dos a Argentina, uno a Perú, otro a Paraguay y otro a Chile. Así nos veían.
Hace cuatro años, antes de la pandemia, me invitaron otra vez al mismo evento. Llegué en vuelo regular, nadie fue a esperarnos al aeropuerto, tomé transporte público para llegar a mi hotelucho de cuarta. Al día siguiente, tardé tres horas para conseguir mi credencial y me pusieron en última fila. ¿Qué había pasado?
Otra vez apareció el mapa de Sudamérica. Pero después de todo este tiempo, incluida la nacionalización y la nueva Ley de Hidrocarburos, ya no éramos el centro. Los países vecinos habían construido plantas de LNG, que congelan y descongelan el gas, y lo convierten en commodity, que se puede vender en cualquier punto del planeta.
Ya nadie dependía del gas boliviano, nuestro mercado era mucho más chico, los argentinos dejaban de comprar y los brasileños se hacen a los lindos para ver si nos compran o no. Para aumentar el problema, Bolivia no había hecho inversiones suficientes para buscar gas.
Hemos dejado de ser los jeques de Sudamérica. Nos hemos convertido en Burundi, un país que importa hidrocarburos. Me han vuelto a invitar a San Diego para noviembre. No sé si voy a ir. No quiero ni pensar.
(Resumen de video)
Columnas de Gonzalo Chávez Álvarez