Trabajadores jodidos
Que los mensajes oficiales, marchas, desfiles o el incremento salarial no les engañen. En el Día del Trabajador no había nada qué festejar porque, más allá de la propaganda gubernamental, la verdad es que la situación de los trabajadores ha empeorado en los últimos años.
Y no se trata de una crítica, ni siquiera de una opinión, que es el fundamento de esta columna, sino de la reproducción de datos publicados por organismo independientes, como el Instituto de Investigaciones Socio-Económicas (Iisec), de la Universidad Católica Boliviana.
En una nota de la Agencia de Noticias Fides, que no fue publicada por medios nacionales, el Iisec informó que siete de cada 10 personas en edad de trabajar lo hacen en el sector informal mientras que ocho de cada diez no aportan al sistema de seguridad social a largo plazo. Ergo, la precariedad del mercado laboral boliviano ha empeorado, en lugar de mejorar.
Las cifras son de llanto y no responden a encuestas o proyecciones, sino que es la interpretación numérica de los datos oficiales divulgados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Lo que hace el INE es publicar datos en su cibersitio oficial, generalmente en formato Excel, pero no interpreta. Por ejemplo, en uno de sus gráficos se puede ver que, a enero de 2024, el desempleo ha bajado al 4%, una tasa más baja que en otros años, pero eso no es mérito del Gobierno, ya que no existen reportes de creación de fuentes de empleo.
Lo que ha crecido es la informalidad; es decir, ocupaciones —que no es lo mismo que empleos— en las que la normativa laboral se relaja paulatinamente. El salario mínimo o el haber básico son enunciados, porque los sueldos que se pagan están por debajo, aunque se trabaje ocho o más horas. Por tanto, el incremento salarial oficializado el 1 de mayo beneficia, en el mejor de los casos, apenas al 30% de las personas en edad de trabajar. Eso convierte en ridículas las lamentaciones de los empresarios privados por el porcentaje de la elevación que, dicho sea de paso, es más bajo que en años anteriores.
Si no hay salario básico, tampoco hay seguro a corto plazo que permita atender las emergencias de salud de los trabajadores y, como no se aporta para las pensiones, estos están prohibidos de jubilarse. Tendrán que trabajar hasta morir.
La situación laboral, entonces, está muy lejos de la propaganda gubernamental y de las quejas de los empresarios privados. Si bien es cierto que el salario mínimo ha subido notoriamente desde la asunción del MAS, las cifras demuestran que, si no se crean fuentes de empleo reales, en las que se cumpla con la legislación laboral, esa medida solo beneficia a una minoría.
No solo se ha deteriorado el mercado laboral en lo macro; es decir, en las cifras grandes, sino también la calidad del trabajo. En la minería, cuyas ganancias se han elevado en los últimos años, las condiciones laborales están igual que en la colonia mientras que un sector de la clase media, como es el de la prensa, ha sufrido significativos retrocesos desde el advenimiento del MAS. Abordaré el caso de este sector la próxima semana.
El autor es Premio Nacional en Historia del Periodismo
Columnas de JUAN JOSÉ TORO MONTOYA