Teoría y práctica política
La desconexión entre la teoría y la práctica es mala consejera en todos los ámbitos del conocimiento y se tienen millones de casos a propósito de este lamentable desfase.
En el deporte, por ejemplo cuando se comenta un partido de fútbol, se lo analiza, se realizan críticas, se indica cómo debía jugarse, qué es lo que deberían haber hecho los jugadores, lo que no hicieron, etc. y resulta que quienes efectúan estas observaciones jamás en su vida tocaron siquiera un balón. Desde luego todos tienen derecho a opinar como mejor les convenga.
Lo mismo ocurre en varias actividades humanas. En la política, hay quienes realizan análisis públicos, incluso con carácter predictivo.
Muchas veces los que comentan cuentan con conocimientos aprendidos en las universidades, pero jamás practicaron la política o tal vez la conocieron sólo a través de algún familiar o amigo. Sin tener vivencia sobre el tema, lanzan sus criterios de acuerdo con su lógica constituyéndose muchas veces en formadores de la opinión pública —que es lo más importante—, pero lamentablemente cometiendo errores de fondo debido, precisamente, a la falta de conexión entre la teoría, aprendida en la academia, y la práctica, inexistente, necesaria para estar consustanciado con las miserias y muy raras veces buenas acciones de los políticos.
Así, dentro de esta limitante, creen algunos que el enfrentamiento entre el evismo y el arcismo es de vida o muerte, que es la madre de las batallas, sin percatarse que esta contradicción es apenas secundaria, no es antagónica así existan muertos y heridos en ambos bandos. Esta pugna no es principista, no es ideológica, es apenas un combate por espacios de poder, por simples “pegas”.
A quien escribe esta nota —que ha conocido ambos campos extrañados, el teórico y el práctico— le interesa un comino la contienda entre estas dos agrupaciones, debido a que ambas dependen de un solo tronco matriz y sea cualquiera la que triunfe, el único ganador será siempre la “metrópoli”, constituida fundamentalmente por Rusia y la China, con sus subdependencias sembradas en el Caribe, Centro América o en espacios de Sudamérica e incluso el Medio Oriente.
Es más, incluso ambas fracciones podrían ser liquidadas, lo que no cambiaría el panorama porque está siempre lista de reserva una tercera y nueva versión para responder a los intereses neocolonizadores ya señalados.
En este campo, no interesan los nombres, los personajes, ni las “agrupaciones sociales”, porque siempre estará listo y bien pulido un nuevo “instrumento de cambio” servil.
Lo que debe preocupar y concitar nuestro interés, es la ideología del totalitarismo, (que en la pelea masista no está en juego) aunque en el fondo poco les importe ni la entiendan, porque lo que les interesa es la captura del poder para su “vivir bien”. Es decir, inclusive, llegado el momento no es necesaria la existencia del MAS, es sustituible, pero lo que no desaparecerá fácilmente será la pesada mano de los neocolonizadores seudosocialistas depositada sobre el mapa de Bolivia utilizando o no actores “renovados”.
Así que a no perderse en la opinión teórica llevada por el simplismo y la emoción preelectoral. La teoría con la práctica tiene que conducir a saber establecer con toda claridad, dónde está el enemigo principal de Bolivia y cómo podría detenérselo.
El autor es jurista
Columnas de GONZALO PEÑARANDA TAIDA