Urkupiña, cultura y motor económico
La fiesta de la Virgen de Urkupiña es una de las manifestaciones religiosas y culturales de Bolivia que ha logrado transcender más allá de las fronteras. Una de sus principales características de la festividad que une y moviliza a los cochabambinos en torno a un mismo objetivo: demostrar su fe y agradecerle a la “mamita”.
La Entrada Folklórica es el motor de la festividad con la peregrinación hecha danza. Cada año llegan más de 50 mil danzarines de unas 57 fraternidades de todo el país y llenan las calles de Quillacollo para dar muestra de su fe en la Virgen de Urkupiña.
Los ritos que tienen lugar en el Calvario en el cerro de Cota, al sur de Quillacollo, es uno de los elementos que resaltan quienes postulan a la festividad como patrimonio cultural de la humanidad ante la Unesco. El estudio sobre el tema destaca la conexión que tienen los peregrinos con la Madre Tierra que puede “prestar” dinero y otros bienes materiales a cambio de promesas y ofrendas.
La fiesta de Urkupiña es considerada la segunda manifestación folclórica masiva más importante de Bolivia, después del Carnaval de Oruro.
Su impacto económico es importante. Las estimaciones dan cuenta de un movimiento de por lo menos dos millones de dólares. Sin embargo, este factor ha sido poco sistematizado y no se tiene un estudio concreto y detallado de los ingresos que genera la festividad.
El turismo y afluencia de visitantes es un indicador clave de la relevancia. Se calcula que cada año asiste un millón de devotos y turistas, una buena parte viene de Salta y de otras ciudades argentinas.
Otra actividad intensa es el comercio que durante tres días o más se asientan en las calles cercanas a la ruta de la entrada y en el Calvario.
En este último lugar cientos de artesanos ofrecen amuletos, billetes de alasitas y miniaturas que sirven para pedir los “préstamos” a la Virgen de Urkupiña.
Este comercio, en gran parte informal, vende desde miniaturas y objetos religiosos hasta comida. Y están también los servicios de hotelería y transporte que generan empleos temporales para una gran cantidad de personas y dinamizando la economía de Quillacollo y Cochabamba.
Son pocas las actividades que se convierten en un fenómeno y además en una marca positiva para una región, como sucede con Quillacollo, que pueden resaltar la identidad cultural y ser un motor económico.
La fiesta de Urkupiña no es solo una celebración anual, sino un reflejo de nuestra cultural y una oportunidad económica que necesita ser apuntalada por las autoridades, desde su organización hasta su promoción, para que se consolide como una marca para Cochabamba y se impulse de manera colectiva para que Quillacollo sea una ciudad santuario todo el año.