¿Criminalidad banalizada?
El paisaje noticioso del país se tiñe de rojo con una frecuencia que parecería evidenciar la banalización del crimen, tanto más cuanto la inseguridad no se asoma como la preocupación prioritaria de la ciudadanía, más inquieta por la crisis económica.
Similar actitud se observa en los mensajes proselitistas de los equipos de cada uno de los binomios que pugnan por acceder a la presidencia y la vicepresidencia del país.
Es muy cierto que la situación de la economía nacional –marcada por el encarecimiento de los productos de consumo corriente y la escasez de combustibles que más allá de las fastidiosas filas que deben realizar los conductores, y sus vehículos, en los surtidores– genera una incertidumbre natural que la coloca en la cima de la lista de inquietudes y preocupaciones ciudadanas.
Y, en consecuencia, es también natural que ese tema sea prioritario en los discursos y otras formas de mensaje de las campañas electorales. Así fue en los meses y semanas previas a las elecciones del 17 agosto, y así continúa siendo ahora con solo dos pares de candidatos que compiten por el control del Órgano Ejecutivo.
Mientras, antes de las elecciones de hace seis semanas, durante este periodo que nos encamina a la segunda vuelta y, con seguridad, después, los hechos delictivos, violentos y no violentos se suceden sin cesar, con características cada vez más impactantes y en cualquier sitio.
Evidencia de ello es el homicidio de una adolescente de 14 años, perpetrado por sus compañeras de colegio tan jóvenes como ella, y el asesinato con 25 puñaladas en –parece una paradoja– un penal de alta seguridad o los homicidios por encargo y a balazos que hacen noticia con una frecuencia creciente.
Para las autoridades encargadas de la seguridad ciudadana, son tres las regiones de Bolivia donde se concentra la criminalidad violenta: el trópico de Cochabamba, el departamento del Beni y la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
“Estos focos de violencia tienen una alta incidencia de asesinatos relacionados con ajustes de cuentas y narcotráfico”, decía el viceministro de Régimen Interior y Policía a principios de este mes.
Su comentario respondía a los casos de “secuestros, torturas y ejecuciones violentas (que) han elevado la preocupación de las autoridades por los numerosos hechos criminales violentos perpetrados en lo que va del año.
Pero no es solo este año que el número de esos sucesos se incrementa. Estadísticas del Ministerio de Gobierno muestran que desde 2021 a 2024, las denuncias de delitos de alta connotación social, es decir los peores, desde violencia familiar hasta asesinato, pasando por robo de vehículos y avasallamiento, han tenido un incremento sostenido.
Así, parece necesario que quienes quieren gobernarnos nos digan cómo piensan detener, o al menos reducir el aumento de la criminalidad. Y también que, como ciudadanos, les exijamos propuestas serías al respecto.