Violencia, mujer y adolescencia
Aunque es normal que la política y la economía acaparen la atención mediática, hay otros temas que si bien no están en el foco de las noticias existen y son un drama para las familias, como la muerte violenta de una adolescente en Chulumani y la de un estudiante en Quillacollo.
Si bien se tratan de hechos aislados y sin ninguna conexión entre ambos, nos muestran la fragilidad de los adolescentes.
Tanya, de 13 años, fue raptada, agredida y asesinada cuando se subió a una camioneta para retornar a su casa luego de comprar material escolar. En tanto, el adolescente que falleció en Quillacollo tomó una decisión fatal y se quitó la vida tras ser humillado delante de todo el colegio por un profesor.
El drama de estos dos adolescentes sólo es una muestra de la violencia a que pueden estar expuestos. Por ello se necesita trabajar con más seriedad en la prevención y recordar que los educadores deben ser agentes de contención, de acompañamiento y de ayuda; no factores que agraven la baja autoestima, depresión y otros problemas de salud mental que pueden estar atravesando los estudiantes.
La tolerancia y empatía tienen que ser parte inseparable de la acción de los maestros y maestras que tienen en sus aulas a cientos o miles de adolescentes que cargan una historia personal única con virtudes y defectos.
Los educadores deben detectar las vulnerabilidades y acompañar en el proceso al estudiante y solicitar la presencia de los padres antes de tomar decisiones que marquen a los jóvenes.
El entorno y las autoridades de educación, salud y seguridad deben ser consciente de que la transición de la adolescencia a la etapa adulta está llena de temores, descubrimientos y amenazas, sobre todo por la expansión de las nuevas tecnologías y también por los cambios en las familias.
En esta etapa las amenazas y riesgos para los adolescentes se incrementan por ello se deben contar con espacios de orientación. Además, que es necesario sensibilizar a la comunidad educativa sobre la prevención de la violencia en todas sus formas, como el ciberacoso que puede representar una forma de amenaza permanente. Se requieren campañas para que los estudiantes aprendan sobre el autocuidado y a dónde acudir en caso de sufrir maltrato o violencia psicológica.
En Cochabamba han surgido buenas iniciativas como el servicio LIA, una línea gratuita 800-14-00-10 que ofrece atención psicológica y educativa las 24 horas para prevenir embarazos adolescentes. Es una iniciativa aislada que merece incentivarse y ser replicada para atender a adolescentes con distintas problemáticas.
La protección de los adolescentes y jóvenes depende de todos, desde la familia hasta la escuela y la comunidad, por ello se debe trabajar en la prevención y en políticas públicas orientadas a esta población para que su futuro no se vea afectado ni truncado.

















