Argentina vence 2-1 a Nigeria y está en octavos
Un gol del defensor argentino Marcos Rojo en el minuto 86 del partido dio la victoria a Argentina contra Nigeria y la clasificación a los octavos de final del Mundial de Rusia 2018, tras el primer tanto de Lionel Messi y el empate de penalti de Victor Moses.
Messi adelantó a la albiceleste con un gol en el minuto 14 tras un pase al espacio de Éver Banega, y pudo hacer el segundo en el 30 con un saque de falta que estrelló contra el palo.
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En la segunda mitad, un penalti de Mascherano por un agarrón sobre Balogun se convirtió en el empate nigeriano, ejecutado por Victor Moses; y cuando parecía que la igualada y la eliminación argentina era segura, Rojo remató un centro de Mercado y metió a Argentina en la siguiente fase.
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Así celebró Victor Moses su gol ante Argentina. #NGA 1- #ARG 1
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Argentina arrancó bien, liderada por un Lionel Messi que, por fin, se pareció a aquel jugador que levantó cinco Balones de Oro. Que lució como sí mismo.
Decisivo, incisivo, gambeteador y desafiante, 'La Pulga' brilló y Argentina ganó. Cuando la primera parte de la ecuación se da, la segunda se resuelve casi siempre sola.
Diego Maradona, desde el palco, empujó cada acción de sus compatriotas, al igual que históricos como Sergio Goycoechea, Javier Zanetti, Fabián Ayala, Juan Pablo Sorín u Óscar Ruggeri. Nadie se lo quiso perder.
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Diego Armando Maradona alienta a la albiceleste en el estadio de San Petersburgo.https://t.co/QGntZ0JisD pic.twitter.com/VnNEVhy2Xj— Los Tiempos (@LosTiemposBol) 26 de junio de 2018
Y para disipar las dudas y seguir con vida, un cuestionado Jorge Sampaoli optó por formar con la alineación de mayor edad que ha pisado nunca una Copa del Mundo para su país, con una media de 30 años y 189 días. Con Javier Mascherano y Enzo Pérez en la medular y Ángel Di María y Gonzalo Higuaín acompañando arriba a Lionel Messi.
"Tenemos que ponernos como meta ganar cinco partidos para llegar a la final. Mañana va a ser el primero", había dicho Sampaoli en la víspera.
"Argentina mañana tiene que jugar con el corazón. Estoy convencido de que va a ser un punto de partida", agregó.
La premisa estaba clara: dominar la pelota para evitar que los africanos convirtieran el choque en un encuentro de ida y vuelta.
El truco del mago
Con Mascherano y Pérez como destructores y Éver Banega liberado de tareas defensivas, Argentina creció con la posesión y con un Messi libre para poder crear e imaginar a su antojo.
Ahora bajo a pedirla. Ahora driblo por la derecha. Ahora aparezco por la izquierda. Como un funambulista, el astro albiceleste campó a sus anchas por todo el frente del ataque y, así, a los 14 minutos, definió con maestría un pase genial de Banega, que le encontró a la espalda de la zaga para que la cruzara con la diestra.
El gol hizo estallar de júbilo a un normalmente comedido Messi, que corrió hacia la banda y elevó sus brazos al cielo dando las gracias. También Maradona. El uno y el otro se hicieron uno durante unos segundos, fusionados con los miles de argentinos que ocupaban las gradas del Estadio de San Petersburgo.
Nigeria volvía a sufrir a su verdugo, quien acumulaba seis tantos en su carrera en Copas del Mundo y, tres de ellos, frente a su selección.
A los 27, Messi dejó solo a Higuaín que, en el mano a mano, no llegó a definir y, a los 34, el delantero del Barcelona estrelló un lanzamiento de falta en el vertical tras engañar al arquero rival.
Se sentía en los corazones de los argentinos, que se ralentizaban, y en el pulso de los nigerianos, que cada vez latían más rápido: era la velada de Messi.
Dudas marcadas en Rojo
Pero de la nada cambiaron las tornas. En un segundo, como pasan las cosas en la vida, Mascherano cometió penal y Victor Moses firmó la igualdad.
De nuevo, los fantasmas. Otra vez los demonios que habían atenazado a los de Celeste y Blanco.
Pasaban los minutos y, éstos, cada vez eran más grandes. Con la despedida a la vuelta de la esquina, Ighalo erró dos ocasiones a boca de jarro y, como las historias que quedan en el imaginario colectivo, la epopeya albiceleste se acabó materializando al final protagonizada por dos secundarios.
Gabriel Mercado dibujó un centro medido y Marcos Rojo llevó el delirio a las gradas y a todo un país que festejaba junto.
Argentina dejó correr el tiempo y todos celebraron como si fuera uno. Era solo un pase a octavos para un doble campeón del mundo pero era mucho más que eso. Era gritar, por fin, al unísono. De momento, en español.
Con Messi dirigiendo la orquesta y llevando la batuta, Argentina se permite soñar de nuevo.
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