Soberanía alimentaria, el déficit que muestran las cifras en Bolivia

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Jessica Vargas
Publicado el 18/03/2019 a las 9h00

En el mercado de frutas en la avenida Aroma en Cochabamba, las manzanas chilenas se ofertan con la característica de un sabor y una textura similar a las de Pojo, municipio conocido como el "Huerto de los mil sabores", cuyo principal ingreso es la producción agrícola de granos y frutas, entre ellas la manzana. 

Sin buscar el rastro ni preguntar por las "originales", -la "Pojeñita" como se conoce a la manzana de ese municipio-, las cajas fueron compradas por los visitantes del mercado. 

Mientras en Bolivia se habla de una política de soberanía y seguridad alimentaria el parámetro de volumen de importaciones de alimentos muetra un escenario distinto.

Solo en el 2018 se importó 35 mil toneladas de manzanas, mientras que el 2014 el volumen era de 28.443 toneladas, según datos del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE). .

Para el Estado la soberanía alimentaria representa "avanzar en la promoción de la autosuficiencia alimentaria, en el entendido de que la dependencia alimentaria de productos importados de otros países tiene efectos contraproducentes en la alimentación de la población (...)”, de acuerdo al Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras. Sin embargo, para los expertos, el país dista de un fomento a la producción tradicional.

Volumen de importación

Según el Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (Cipca) entre el año 2000 y 2016 la importación de papa sufrió un incremento del 400%, la del tomate en 500% y la de cebolla un aumento exponencial de 1.507%.

En  2018 el déficit en la producción de papa, por ejemplo, ocasionó que se importara unas 4.600 toneladas desde Perú. Su producción no supera las 1,1 millones de toneladas.

Al igual que este alimento, otros productos como la manzana, la chirimoya y el tomate han experimentado oscilaciones en los volúmenes de su importación y sus valores.

De 585 toneladas, en 2018, pasó a importarse más de mil toneladas (1.034.226 kilogramos) de chirimoya y sus derivados.

La producción del tomate en el año agrícola 2015-2016 fue de 61.531 toneladas su importación alcanzó a 6.943 toneladas. El 2017 llegó a las 6.153 y en el 2018 a 3.843 toneladas.

En el caso de las peras el 2018 se importaron 3.179 toneladas por un valor de 1,8 millones de bolivianos.

El coordinador del Instituto Para el Desarrollo Rural de Sudamérica, Oscar Bazoberry, explica que uno de los factores que evitan que el país tenga una capacidad de producción para autoabastecerse, es el incremento del consumo.

Para Bazoberry el momento en el que se observa el déficit es cuando se cuestiona si las políticas públicas están apuntando hacia una soberanía alimentaria y al incentivo de la producción tradicional.

El volumen de la importación de alimentos, entre el 2005 y 2018, osciló en 676.269,8 toneladas promedio al año. En tanto la cifra en valor, logró acumular alrededor de 6.562 millones de dólares.

 

 

Costo

Entre 2006 y 2018, las importaciones de alimentos y bebidas crecieron en 172%, registrando un valor acumulado de casi 7.000 millones de dólares que le cuesta al Estado garantizar la seguridad alimentaria a través del ingreso de productos.

La importación total de alimentos y bebidas, durante la gestión 2018, alcanzó a 675 millones de dólares.

De acuerdo a la fundación Jubileo cada año en Bolivia se mantiene la tendencia de la importación de alimentos por valores superiores a los 600 millones de dólares registrados desde el año 2013. El pico más alto se registró el 2014, cuando la cifra alcanzó a casi 742 millones de dólares

El presidente de la Cámara Agropecuaria de Cochabamba (CAC), Jasmany Medrano explica que la preocupación se centra en productos como la papa, cebolla, chirimoya y manzana por su ingreso legal e ilegal.

"No se puede cuantificar lo que entra por la vía ilegal pero la demanda en el mercado es grande, por ejemplo con la papa, porque la requieren las broasterías". 

Por esta situación el sector reclamó desde el año pasado que se suban los aranceles de importación y se sumen los controles en las Aduanas.

 

Para el economista, José Gabriel Espinoza, “la participación de los productos locales versus los productos importados cada vez es más baja”.

El estudio de su autoria, denominado, "Tendencias de producción y consumo de los alimentos básicos en Bolivia", -que analiza las cifras hasta el 2016-, revela que en el país las importaciones de frutas han oscilado en 31 mil toneladas por año, con un patrón de constante crecimiento del 5% en promedio,

Las cifras de importación de esta categoría de alimento aún son relevantes. Mientras que en cuanto a producción en el caso de la chirimoya de 2.424 toneladas producidas en 2010 se alcanzaron las 2.668 toneladas en 2017, un incremento de 244 toneladas en siete años. Y en el de la manzana solo se logró imcrementar 369 en el mismo periodo. 

Argentina, al que más le compramos

De acuerdo a los datos del 2018 de la fundación Jubileo, son diez países los que concentran alrededor de 92% del total de las importaciones de alimentos, siendo el principal proveedor Argentina, con una participación de 35% del total de las importaciones de alimentos; le siguen Brasil, con 20%; Chile y Perú, ambos con 9%, durante la gestión 2018.

Las importaciones desde Uruguay crecieron en 489,8%; de Brasil en 27,4% y de Colombia en 21,4%.

Para Espinoza desde el Estado existe un desincentivo a la producción nacional tradicional.

El experto identifica el contexto de la política económica cambiaria como uno de los factores dentro del escenario de importación en Bolivia. A esto se suma la atomización de la canasta básica boliviana y el aumento del consumo de alimentos en los últimos 14 años.

“El país se ha vuelto cada vez más urbano, entonces evidentemente la relación entre la oferta y la demanda ha sido altamente escalada por la demanda y muy poco seguida por la oferta”, explica.

De acuerdo al Miisterio de Desarrollo y Tierras, alrededor del 60 por ciento de lo que se consume en los hogares es de producción nacional; sin embargo Espinoza afirma que esta cifra ascendía al 80 por ciento antes del 2005.

“A dos años ha caído al 60 por ciento y es muy probable que si sigue esta tendencia en los próximos tres o cuatro años lleguemos al 50 por ciento de participación”, manifiesta.

El presidente de la Cámara Agropecuaria de Cochabamba (CAC), Jasmany Medrano, concuerda: "No es que no hayan los productos sino que uno puede traer cosas baratas de Perú, Argentina, Chile. En este momento no somos competitivos, es el modelo económico, el tema alimentación en Bolivia que es caro a comparación de lo que pasa en Latinoamérica".

 

 

Argentina, al que más le compramos

De acuerdo a los datos del 2018 de la fundación Jubileo, son diez países los que concentran alrededor de 92% del total de las importaciones de alimentos, siendo el principal proveedor Argentina, con una participación de 35% del total de las importaciones de alimentos; le siguen Brasil, con 20%; Chile y Perú, ambos con 9%, durante la gestión 2018.

Las importaciones desde Uruguay crecieron en 489,8%; de Brasil en 27,4% y de Colombia en 21,4%.

Para Espinoza desde el Estado existe un desincentivo a la producción nacional tradicional.

El experto identifica el contexto de la política económica cambiaria como uno de los factores dentro del escenario de importación en Bolivia. A esto se suma la atomización de la canasta básica boliviana y el aumento del consumo de alimentos en los últimos 14 años.

“El país se ha vuelto cada vez más urbano, entonces evidentemente la relación entre la oferta y la demanda ha sido altamente escalada por la demanda y muy poco seguida por la oferta”, explica.

De acuerdo al Miisterio de Desarrollo y Tierras, alrededor del 60 por ciento de lo que se consume en los hogares es de producción nacional; sin embargo Espinoza afirma que esta cifra ascendía al 80 por ciento antes del 2005.

“A dos años ha caído al 60 por ciento y es muy probable que si sigue esta tendencia en los próximos tres o cuatro años lleguemos al 50 por ciento de participación”, manifiesta.

El presidente de la Cámara Agropecuaria de Cochabamba (CAC), Jasmany Medrano, concuerda: "No es que no hayan los productos sino que uno puede traer cosas baratas de Perú, Argentina, Chile. En este momento no somos competitivos, es el modelo económico, el tema alimentación en Bolivia que es caro a comparación de lo que pasa en Latinoamérica".

¿Cuáles son los riesgos de este fenómeno?

La disponibilidad de alimentos en el país apoyada por su importación, representa una situación que no está alejada de la realidad que viven las familias, comerciantes y pequeños productores que se ven afectados. Al margen de las restricciones, en el mercado Campesino de Villa Pagador, en Cochabamba, las comerciantes venden papa perunana a las empresas o clientes de "confianza", desde tiendas que ya están identificadas.

"Se cambian de gangocho para que no se vea que es de Perú y hasta Cochabamba llegan en taxi, así camuflan, no venden a cualquiera", relata una vendedora que prefirió no revelar su identidad.

Mientras el saco de papas peruanas cuesta 500 bolivianos el nacional oscila en los 360; sin embargo el primero sigue siendo el más buscado por su calidad. 

Uno de los principales riesgos de continuar con esta política de importación a futuro es que no logre sostenerse por la falta de recursos económicos, dice Espinoza.

Entre los efectos además se encuentra la salida de divisas del país, la dependencia de productos de consumo masivo, y un tercero que corresponde a la relación con el índice de importaciones ilegales, que si bien no existen registros oficiales “es muy probable que la cifra registrada de la importación legal sea mucho más baja a la que se alcanzaría (con la importación ilegal)”, explica.

“Para todo país no tener una capacidad de abastecimiento puede generar problemas políticos”, opina Bazoberry. Además asegura que este fenómeno es una consecuencia de las políticas públicas que en los últimos años han estado a favor del agronegocio, lejos de beneficiar a la seguridad y soberanía alimentaria. 

 

Análisis

"La política actual va en contrasentido"

José Gabriel Espinoza, economista

Hay que entender de qué se trata la soberanía alimentaria: Si un país logra establecer las condiciones necesarias para que su población tenga una alimentación adecuada ya se está en soberanía el problema es que se ha confundido soberanía con autonomía. Hoy por hoy Bolivia está en adecuados niveles de soberanía alimentaria; sin embargo, el problema es que se está basando en importaciones, en desmedro de productos que nosotros somos capaces de producir, la papa, la cebolla, el tomate, muchas de las frutas que nosotros importamos son perfectamente capaces de ser producidas en Bolivia, lo mismo sucede con verduras.

El problema es que la política actual va en contrasentido mientras se está buscando la soberanía alimentaria, la política cambiaria o en muchos casos la política tributaria o la misma política de tierras, no permite lograr adecuados sistemas de producción.

Son varios factores que hay que corregir para fomentar la producción agrícola en el país con la diversidad adecudada y evidentemente se va a complementar con importación, pero el objetivo es no depender a un nivel mayor.

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