SURAZO
Zulma Yúgar me concedió el privilegio de comentar su libro A Bolivia desde el alma en la presentación que hizo el martes en Potosí. Eso me motivó a documentarme sobre la carrera de la prestigiosa cantautora y buscar la película que protagonizó en 1974 junto a Juan Carlos Aguirre y bajo la dirección de Antonio Eguino.
Se trata de Pueblo chico, un drama de hora y media de duración que cuenta la historia de Arturo, un joven del ficticio pueblo de San Antonio de los Yamparas que vuelve a Bolivia luego de haber estudiado sociología en el exterior.
El lunes se recordó el 183 aniversario de la Batalla de Ingavi, un episodio histórico que fue motivo para la creación del Himno Nacional de Bolivia.
Con el poco estudio que se hace del pasado, la manera de conmemorar ese capítulo de la historia es más bien simplista, aunque son varias las voces que señalan que con esa batalla se consolidó la independencia de Bolivia.
En Ingavi, las tropas bolivianas comandadas por José Ballivián derrotaron a las peruanas lideradas por Agustín Gamarra, que era presidente del Perú y murió en la contienda.
El 4 de junio de 2012, Zarlet Rowina Clavijo Martínez, de 17 años, salió de su trabajo ubicado en el edificio San Pablo, en la avenida 16 de julio de La Paz, para encontrarse con su madre, Marcela Martínez, en la zona de Obrajes. Nunca llegó.
Mientras fue presidente, Evo Morales demostró su odio manifiesto a dos sectores del mercado laboral de Bolivia, el de los médicos y el de los periodistas. Sobre su inquina a los primeros podríamos hablar en otra ocasión, pero, debido a la coyuntura, hoy me referiré a los segundos.
El Gobierno no necesitó contratar peritos para demostrar que el video de la balacera a los autos prestados a Evo Morales es un montaje. Y no hicieron falta porque el montaje se nota a simple vista. No pasó ni una hora de su difusión y centenares de internautas estaban señalando sus incoherencias. Lo que hizo la prensa, entonces, es señalar lo evidente, pero el expresidente volvió a vomitar su odio.
Con magistrados que habían maniobrado para prolongarse en sus altas funciones, los bolivianos comenzamos 2024 con la ratificación de que nuestra justicia es, sin exagerar, la peor del mundo.
En lugar de reparar daños, la justicia boliviana los causa y se ha convertido en un arma letal para los enemigos de los detentadores del poder. Nos lo demostró cuando desató aparatosos operativos policiales para detener a quienes considera sus enemigos políticos como los excívicos Luis Fernando Camacho y Marco Antonio Pumari.
El obvio manejo político/partidario del escándalo por la hija que tuvo Evo Morales con una mujer que, al momento de dar a luz, era menor de edad, ha dado lugar a un cúmulo de desinformaciones y una de ellas es la desconfiguración del delito de estupro.
Juan Evo Morales Ayma pudo pasar a la historia como el Mandela boliviano, pero perdió esa oportunidad para siempre.
Llegó al poder ganando elecciones por mayoría absoluta y logró convocar a una Asamblea Constituyente con la que se puso en vigencia una nueva Constitución Política del Estado. Pudo ser conciliador, como Mandela, pero eligió el camino de la confrontación y ése es su estilo, una tendencia que no ha hecho más que empeorar con el paso de los años.