Moteles: el peculiar negocio del amor furtivo
En el último quinquenio, la cantidad de moteles construidos en el país se ha duplicado. Sólo en el eje central, de 160 empresas que había en 2013, hoy suman al menos 340, siendo Santa Cruz, Cochabamba y La Paz (en ese orden) las ciudades donde más proliferación hay de este negocio, según una recolección de datos, nombres y registros realizada por Los Tiempos.
Por ejemplo, la ruta más peculiar y famosa por la cantidad de infraestructura motelera en Cochabamba era tradicionalmente la carretera hacia el municipio de Sacaba (este) y sus barrios aledaños. Hoy, los moteles de esa zona se han vuelto “demasiado céntricos”, y aunque se suman nuevas empresas y construcciones, el rubro se expande hacia tres nuevos lugares y sus barrios intermedios: la avenida a Tiquipaya, la carretera hacia el valle alto y la vía a Quillacollo, siendo ésta la ruta que actualmente registra mayor cifra de moteles.
“Lo que más valoran los clientes es la discreción, la distancia y la calidad del servicio”, sostiene A. C., propietario de dos empresas de moteles en Cochabamba, quien afirma que “no todas las compañías del rubro cuentan con registros legales; hay docenas de moteles clandestinos a lo largo de todo el país. Pero así como abren, cierran con rapidez y van quedando los clásicos, experimentados y que además son los que mejor servicio tienen”.
AUTOMOTELES Y OTRAS VARIEDADES
Pero no sólo la cantidad de moteles se ha incrementado, sino también la variedad. Hay desde habitaciones tradicionales hasta temáticas, para dejar el libre albedrío y la imaginación a volar.
Hoy, además entran de moda los “moteles minimalistas” y los “automoteles” o “moteles garaje”, una especie de cuartos cuadrados donde el cliente parquea su carro. Básicamente cuentan simplemente con tres paredes de protección, una gran puerta de garaje y en algunos casos una pantalla de televisión colgada al frente, relata J. L., administrador de uno de estos en Santa Cruz.
“Los automoteles, también conocidos como ‘auto-express’, han proliferado mucho en el oriente boliviano. Son baratos porque los costos no requieren grandes inversiones. Una hora de alquiler en estos espacios vale entre 20 y 50 bolivianos”, dice. “Los más caros tienen televisores pantalla plana y equipo de sonido integrado”.
En Cochabamba, los automoteles aún son poco comunes, y los que existen atraen a un público del segmento “B” y “C”, que por lo general es población del transporte u oficinas públicas.
CALIDAD, CANTIDAD Y VARIEDAD
La calidad de las habitaciones, infraestructura y servicio que hoy se halla en Cochabamba es muy amplia. Se pueden encontrar moteles que cobran desde 15 hasta 170 bolivianos la hora. La mayoría de los primeros, por lo general, son clandestinos y no tienen control alguno; los segundos son infraestructuras legalmente establecidas, de distinta índole y, de acuerdo al servicio, cuentan con inversiones importantes, como es el caso del motel más joven del departamento, llamado Rapid Inn, ubicado en la avenida Chapare (zona Quintanilla, camino a Sacaba), que registró su apertura en diciembre del año pasado.
Cada habitación de este motel costó alrededor de 70 mil dólares y su construcción demandó más de dos años con una inversión que bordea los 2,2 millones de dólares, tomando en cuenta la obra gruesa, fina, equipamiento (camas, alfombras, sábanas, toallas, etc); cocina, lavanderías, sistema integrado de sonido, TV, cable, wifi, iluminación y otros, según su actual administrador.
“Tenemos 25 habitaciones, todas suites” con una calificación de cinco estrellas, comenta.
Aunque no existen cifras oficiales de la cantidad de moteles en cada municipio, propietarios y gerentes del rubro, conocedores del negocio, afirman que en Santa Cruz existen 190; en Cochabamba, cerca de 100, y en La Paz, unos 45, aunque sólo 13 de ellos están avalados por el Servicio Departamental de Salud (Sedes) y la Alcaldía paceña.
“Hablamos de moteles legales, reconocidos e ilegales. Existen decenas de estos negocios clandestinos que aparecen y desaparecen muy rápido. En La Paz, más que moteles, hay ‘alojamientos o ‘residenciales’ , que son usados como recintos para encuentros amorosos”, afirma J. B., administrador motelero.
CLIENTES Y NUEVOS USOS
Los negocios, las zonas y variedades no son lo único que se ha expandido y transformado en este rubro, sino también la cantidad y variedad de clientes que hoy los utilizan.
De acuerdo a cuatro propietarios y tres administradores del sector, los moteles no sólo son empleados para encuentros sexuales.
Varias empresas ofrecen alternativas de uso en sus instalaciones, sobre todo los grandes. Y van desde paquetes para despedidas de soltero, aniversarios de bodas, cumpleaños y pijamadas entre amigas.
Estos servicios pueden ser contratados previa reserva, e incluso contar con decoración temática.
“Efectivamente, la mayor cantidad de clientes sigue siendo de parejas tradicionales compuestas por hombres y mujeres”, pero también “emplean nuestros servicios personas del mismo sexo y grupos para divertirse en actividades no siempre relacionadas al amor furtivo”.
TRABAS
Las siete personas entrevistadas coinciden en indicar que el negocio de los moteles no es tan próspero como parece. “Hoy hay demasiada variedad y competencia. Encima, los permisos de funcionamiento son muy complicados de obtener” dice una de ellas.
“Pese a ser un negocio legalmente establecido, los prejuicios que giran en torno a la actividad hacen que el rubro se vea como algo prohibitivo o muy malo. Como si estuvieras cometiendo un delito”, comenta A. C., propietario de dos moteles en Cochabamba.
Los requisitos principales para obtener una licencia de funcionamiento para este rubro son básicamente “no estar emplazados cerca a un centro educativo, deportivo ni religioso”.
Sin embargo, los permisos más complicados a nivel nacional se dan internamente entre municipios y gobernaciones, entidades que son las directas responsables de velar por la seguridad de la población. Estas instancias avalan y certifican los temas relacionados a la limpieza, seguridad y salubridad.
“Una época, quisimos formar parte de las asociaciones de hoteleros, pero el tema no prosperó porque la actividad siempre fue relacionada con prostitución y proxenetismo, lo que está completamente fuera de la realidad. No digo que haya moteles que tal vez lo hagan, pero los moteles de cinco estrellas en el país son contados, en Cochabamba no llegan a 10, y ninguno de ellos se dedica a actividades ilícitas”, asegura el empresario.
ANÉCDOTAS E HISTORIAS CURIOSAS
Existen muchos pormenores pocas veces revelados entre las experiencias de los visitantes a moteles, sus administradores, vecinos y trabajadores. Los testimonios recogen frases como “Hubo oportunidades en que incluso una sola persona alquiló la habitación para ver algunos partidos durante el mundial de fútbol”.
O “lo más llamativo fue que, pese a haberse naturalizado de alguna manera el ver a parejas trans u homosexuales, los trabajadores aún no están acostumbrados y se quedan mirando a los clientes, o sienten tienen ganas de reír y lanzan una carcajada que alguna vez nos ocasionó problemas de quejas. Por ello, cada cierto tiempo reciben capacitación, ya que la discreción es un tema muy importante en este negocio”, comenta J. T., gerente.
Otro ejecutivo del negocio cuenta que, en ocasiones esporádicas, las parejas se pasan del tiempo y no cuentan con el dinero suficiente para pagar sus cuentas, por lo que dejan sus cédulas de identidad, relojes, joyas o celulares en prenda hasta el día siguiente.
MEDIOS DE TRANSPORTE
No existen estudios precisos sobre el tema de transporte hacia o desde los moteles; sin embargo, varias de las empresas llevan un control estadístico individual para analizar el comportamiento de su negocio.
Uno de ellos, ubicado en Sacaba, revela que el ingreso de sus clientes en carro y que el uso del parqueo de la habitación es del 70 por ciento, el 20 por ciento llega en taxis y un 10 por ciento, a pie. “Aunque no son tan frecuentes, las visitas de usuarios de a pie se incrementaron los últimos años”, afirma el gerente del negocio en Sacaba.
PUBLICIDAD
Muchos de los moteles ofrecen publicidad a través de sus páginas en redes sociales, con las cuales además logran un panorama claro de lo que buscan sus clientes. Pueden armar estadísticas y organizar preguntas que van desde calificar al sitio hasta elegir los colores de preferencia para decorar las habitaciones.
Otras maneras de difundir sus servicios son a través de páginas web, tarjetas y bípticos impresos o anuncios en periódicos.
La cadena Mimos, de La Paz, otorga un servicio en “pack” que incluye mensajes subliminales a la pareja, transporte gratuito y habitaciones con diferentes temas para incentivar a sus clientes.
En cuanto al uso y días de mayor ocupabilidad, los propietarios coinciden en apuntar que el ingreso y salida de automóviles es constante, sobre todo los fines de semana, y, aunque parezca poco usual, también los lunes por la mañana.
“Jueves y viernes por las tardes y noches, y sábados durante todo el día, son los de uso más frecuente en los moteles”. El negocio además funciona las 24 horas y en los horarios más inverosímiles para muchos.
“Son los horarios de mayor tráfico de clientes no sólo en Cochabamba, sino también en el resto del país”.
MATRIMONIOS, TERAPIA Y ESCAPES
Andrea S. y Alfredo P. son un matrimonio que lleva 12 años de casados. A los cinco nació su primogénita; dos años más tarde, la segunda hija, y después de tres, el menor. Esta pareja destina un presupuesto mensual de sus ingresos para escapar del bullicio de su hogar y tener al menos una cita alejada de la rutina y de sus hijos. Por lo general, según cuentan, se escapan a un motel para mantener vivo su amor e intimidad sin que nadie los moleste.
“Si no es el bebé es la tarea, o el baño, o el resfrío, o recogerlos de las clases, o la cena. Entonces pactamos conocer todos los lugares posibles para estar en la intimidad. Y desde hace algunos años son pocos los meses que hemos fallado a nuestros encuentros”, relata Andrea.
Él, aproximadamente a las 17:50 de el día acordado, llama a su casa y deja dicho que llegará tarde a su casa. Lo propio hace ella. Y tras escribirse un mensaje por WhatsApp la pareja queda en encontrarse.
Él se alista apresurado y pasa a recogerla, pero como aún hay luz de día, ella le pide dar unas vueltas antes de emprender rumbo al motel elegido.
“Estamos casados tanto tiempo, y se supone que no debería sentir vergüenza alguna de llegar con mi marido a un motel, pero la mente es tan estrecha y los prejuicios de la sociedad tan grandes, que prefiero ir de noche. Cuando nos ha tocado escapar de la oficina de día, incluso he optado por ocultarme detrás del asiento. No me gustaría que me vean entrando o saliendo de un motel ni con mi esposo”, sonríe.
Él es más entrador y se hace la burla: “Es que me disfrazo y no parezco el mismo. De eso tiene vergüenza, de que la vean cada vez con alguien diferente…”. Ambos lanzan una carcajada cómplice.
Cómo ellos, cientos de parejas optan por escaparse a solas buscando momentos de intimidad, ya sea para “alejarse de los problemas, los hijos pequeños y la rutina, que interfieren con la sexualidad en el matrimonio”.
La psicóloga Verónica Crespo explica que estas escapadas contribuyen a mantener viva la sexualidad y el deseo. Además, resalta que, si se incentivara el uso de los moteles, disminuiría el índice de asaltos y violaciones debido a que las parejas se alejan hacia sitios oscuros buscando intimidad, lo cual pone en riesgo su seguridad.
NOMBRES CURIOSOS
La creatividad y la picardía hacen mucho al momento de elegir el nombre de un motel. En ese sentido, los cochabambinos se llevan la flor al momento de bautizar a sus negocios. Surgen nombres como: Rapid Inn, Tentación, Yes, Level, Chocolate, Tantra, Safari, Cupido, Kamasutra, Oasis, Delfos, Kundalin, Cherry’s, Paradise, Apple Green y otros.
En La Paz, los nombres son algo más comunes, como Fantasía, Olimpo, Turista, Paraíso, La Oficina y Mimos.
En Santa Cruz hay de todo: Cuna del Amor, Avek, Vip’s, El Paraíso, Sueño Mío, Genios, Solo Suites y Vida Mía.
Mientras que en Oruro están Bonsai, California, Kapriss, Caramelos, Sutnami y Paraíso. En Tarija: La Gaviota, Tú y Yo, El Chapaco. En Beni: Los Amantes, Paraíso, Pasto Verde, Quiero Más. En Pando: Mi Tía.
MOVIMIENTO ECONÓMICO
En Bolivia, el negocio de los moteles genera un promedio de al menos medio millón de dólares al año, según reportes de prensa. Y por cada motel legalmente registrado, se calcula que hay siete clandestinos, una cifra que preocupa sobre todo por temas de seguridad y salubridad.
Entre los servicios que brindan estos negocios está la atención de piqueos, bebidas, y karaoke. Unos pocos cuentan con sauna, piscina y sex shop, convirtiéndose en un buen generador de ingresos extra a los captados por el alquiler de habitaciones.
Sin embargo, hay épocas como invierno, en que la clientela disminuye notablemente.
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No existe normativa, controles sí
La palabra motel trae a la mente pensamientos diversos y no siempre positivos; desde infidelidad, amor oculto, pasión desenfrenada u otros relacionados al sexo. Y aunque hoy esos conceptos dan un giro en cómo los clientes le dan uso a estos recintos, los prejuicios continúan y la normativa no ayuda a cambiar los patrones imaginarios.
La Ley de Turismo, por ejemplo, no consigna la categoría de moteles, por lo que no los regula. Los servicios departamentales de salud otorgan un certificado sanitario y las alcaldías, las licencias de funcionamiento.
La Resolución Ministerial 021 (aprobada el 14 de enero de 2016 ) del Ministerio de Culturas y Turismo, denominada Sistema de Registro, Categorización y Certificación de Prestadores de Servicios Turísticos no contempla a los moteles como alojamientos ni con otra denominación. Por esto, hace falta que las autoridades departamentales y municipales trabajen en programa para definir su situación y regulación.
Una de las pocas normas que deben cumplir estos negocios está relacionada a la infraestructura física, contemplada en el Reglamento Boliviano de la Construcción.
Reglamentos internos
En Cochabamba y en Santa Cruz, los moteles, por el tipo de empresas que son, no exigen el registro ni nombres de sus usuarios, como los hoteles, donde por rigor se pide el documento de identidad.
Debido a problemas relacionados con el ingreso de menores de edad y hechos como la violación grupal a una joven en Santa Cruz (caso “La Manada”) es que algunas empresas implementan cámaras de seguridad.
Otras cuentan con un “reglamento interno que los funcionarios emplean para saber cómo actuar en caso de lidiar con clientes en estado de ebriedad, en caso de escuchar gritos o ruidos, en caso de que los clientes no salgan del sitio transcurrido cierto tiempo y otros” señala A. C., cuyo motel ha implementado manuales para sus trabajadores.
Los propietarios de los negocios deberían implementar una cartilla de uso en la que se informe sobre los derechos y obligaciones del huésped, contar con un sistema permanente de registro diario de los clientes, un plan de manejo de emergencia, personal capacitado en incidentes —como incendios— y con conocimientos básicos de primeros auxilios y rampas para las personas con capacidades diferentes, entre algunas de las condiciones básicas bajo las cuales deben operar los moteles.
“Mínimamente tienen que tener una cámara de seguridad, es un recinto público y para seguridad misma. Dentro de la norma también debería establecerse el tiempo de vigencia de las licencias de funcionamiento, que tendrían que ser renovadas anualmente, y asumir medidas de actualización y control.