Método Kumon, una enseñanza más allá de las aulas
Texto: Juan Eduardo Araos Ch.
“A ver Matías, ¿cuánto es tres más siete?”. El niño de cinco años piensa menos de dos segundos y responde: “10”.“Y ¿cuatro más siete?”, la respuesta llega casi al mismo tiempo: “11”. El pequeño no usa sus dedos, como suelen hacerlo los escolares de cursos primarios ni calculadora, los números parecen pasar por su mente mientras sus ojos ven el papel con las operaciones.
Sentado en una silla, al lado de una mesita apta para su estatura, Matías muestra su tarea, justamente de sumas. Le encantan las matemáticas, dice su mamá Eunisse. El niño es uno de los alumnos que pasa clases con el método Kumon en la unidad Alas, de la zona paceña de Cota Cota, a cargo de María Tejerina Queiroz.
“Me gusta venir aquí, aprendo harto”, dice el pequeño, quien esta tarde de jueves comparte el aula con unos 15 niños. En total, la unidad tiene 63 alumnos de diversas edades, desde los tres años hasta una joven universitaria.
El método le ha permitido desplegar sus habilidades y entretenerlo. Su mamá lo inscribió en el centro de Cota Cota el año pasado preocupada porque en la guardería le habían dicho que él era muy hiperactivo y no prestaba atención.
“Pero llegando a casa yo le preguntaba lo que había hecho y él me contaba a detalle todo (…) Con mi esposo nos pusimos un poco preocupados. Nos recomendaron venir a Kumon y nos dimos cuenta que no era que Matías no prestaba atención, sino que él se aburría del sistema antiguo que llevan en colegios y guardería, a diferencia de lo que pasa acá que tiene material nuevo, más dinámico y con más incentivos”, comenta.
El método, creado en Japón por el profesor Tōru Kumon en 1954, se basa en un aprendizaje individualizado, por medio de cuadernillos y la guía de orientadores, con el objetivo de desarrollar las habilidades tanto académicas como personales de los alumnos. Se enseña matemáticas, lenguaje y recientemente inglés.
Se impulsa el potencial de cada estudiante a medida que avanza según su ritmo, por eso el primer paso es una evaluación de diagnóstico para conocer el nivel en el que están los alumnos.
“El programa está compuesto por niveles y cada uno responde a un nivel escolar. A partir de la evaluación inicial que se realiza al alumno se ve desde dónde vamos a empezar, es decir, puede ser que en el colegio estén en fracciones o ya esté leyendo, pero si él no está listo para eso vamos a empezar desde donde necesite”, dice María Tejerina.
Los alumnos llegan al aula, reciben la guía de las orientadoras y luego hacen sus tareas en sus cuadernillos, que tienen diversos dibujos que les permiten asociar los números o letras con las imágenes.
“Pato, gato, zapato. Estás son palabras que terminan en ato (…) Aquí te quiero, bombero, granero, sombrero, terminan en ero (…) Queso, hueso. Estas terminan en eso y todos repetimos a coro eso, eso, eso”, lee Manuel, de cinco años, otro de los pequeños que estudia en Kumon de Cota Cota.
Ese día él está dedicado a lenguaje. Mientras enseña sus tareas cuenta que le gusta el básquetbol y el fútbol. Su equipo es el Bolívar, aunque antes era de El Tigre.
“Yo sólo tengo una polera azul y meto (puntos) siempre, porque la canasta es alta y yo salto muy arriba. Mi básquet es en la 23 de Calacoto”.
EMPODERAMIENTO
El avance individualizado es una de las aristas de este método. La generación de confianza y empoderamiento del niño completan la ecuación para conseguir su desarrollo integral.
“Lo académico se plasma en que alcance o supere su nivel escolar y lo personal se relaciona con asuntos como la concentración, la seguridad en sí mismo, que sea un alumno autodidacta. Kumon apunta mucho al autodidactismo, eso quiere decir que el niño aprenda a realizar el material por sí mismo. El material es autoinstructivo”, dice Tejerina.
Así, el estudiante gana confianza, autoestima, se empodera y logra superarse. “No existe el no puedo, eso es mentira, tú puedes todo y lo vamos a aprender acá”.
La orientadora Francesca Russo, quien dirige el centro Kumon más grande del país con 570 alumnos, coincide con Tejerina. “(El niño se da cuenta que) lo que podía parecer tan difícil, había sido muy fácil. Entonces existe como un empoderamiento del niño, se le cambia el chip, él ve que va mejorando y pone de su parte, cambia su parte afectivo emocional hacia la materia”, manifiesta.
Las sesiones no sustituyen a las clases del colegio, sino que las complementan de tal manera que la meta no sólo es alcanzar el nivel escolar en el que se encuentra el estudiante sino que lo supere. Por ejemplo, hay niños de tres años que ya leen, comenta Russo.
“Eso da muchas ventajas a largo plazo, ya que les genera mayor disciplina, les crea un hábito de estudio y al mismo tiempo les da seguridad al reconocer su potencial”, explica Tejerina, quien lleva tres años con su unidad.
María no habla sólo como orientadora, sino también como exalumna. Ella pasó todos los niveles de Kumon cuando su madre, la pediatra Salete Queiroz, trajo el método desde Brasil, su país natal, en 1995.
“Conocí el método en Brasil, que es la sede sudamericana de Kumon, a través de mis sobrinas que estaban trabajando con él (…) Después di un examen y conseguí la franquicia para Bolivia. En un principio la idea era traer el método y posteriormente dejar en manos de una persona, pero después con la experiencia cada vez más me fui enamorando más del Kumon y no lo he podido dejar”, cuenta.
Ella comenzó por enseñar a sus hijos María y André. Luego el grupo se amplió con los retoños de amigas que confiaron en la didáctica. Así tuvo sus primeros 15 estudiantes.
Similar experiencia tuvo Russo: “Empecé en mi casa con mis dos hijos, mis sobrinos y dos hijos de una amiga. Al poco tiempo ya me fui a otro lugar, empecé a crecer, tenía 20 alumnos, ya no podía tener en mi casa”.
La semilla de Kumon tuvo un terreno fértil en La Paz. Ya son 10 unidades en esta ciudad y El Alto y también se encuentra centros en Santa Cruz, Cochabamba, Sucre y Tarija. En el mundo son casi cinco millones de alumnos de 45 países.
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MÉTODO PARA TODOS
Si bien la mayoría de los estudiantes son niños y jóvenes en edad escolar, el método es para todas las edades y también para personas con discapacidad.
Por ejemplo, María trabaja también con chicos con síndrome de down y autismo, en tanto Russo tiene entre sus inscritas a una alumna de 40 años que aprende inglés.
“En resumen, decir que si bien este es un método de enseñanza complementario a lo que estén haciendo (en la escuela) también lo veo como una filosofía de vida que te da herramientas para la vida misma, para que el niño siempre se reconozca a sí mismo, sepa que puede hacerlo, no importa las adversidades que encuentre en el colegio”, resalta Tejerina.
Mientras la educadora habla, Matías no se desconcentra en sus tareas y suma los números escritos en vertical. Ya completa las operaciones que van con el siete. En unos minutos se irá con su mamá Eunisse.
“Tengo un partido ahorita, en Cota Cota, juego no sé en qué equipo. Meto goles, sí”, asegura el pequeño quien, comenta su madre, tiene un avance de dos años de adelanto en comparación con sus compañeros del colegio.
SE IMPULSA LA SINAPSIS
La pediatra y orientadora de Kumon Salete Queiroz resalta lo positivo de este método a nivel orgánico de los estudiantes gracias al trabajo diario que se realiza.
“Lo que se sabe ahora con la epigenética es que las neuronas pueden ser rehabilitadas y desarrolladas a través del entrenamiento, a través de estrategias nutricionales, educativas, entre otras, que hacen que aumente el número de conexiones y sinapsis, como llamamos en la medicina, entonces, cuanto más sinapsis, más desarrollo”.
Por eso, acota Queiroz, el método no es terapéutico, pero sí logra resultados de este tipo. “El alumno crece trabajando diariamente”.
“Por ejemplo, la fisioterapia trabaja los músculos y cuando se estudia diariamente cualquier disciplina, sea matemática, lengua materna, inglés u otra cosa se desarrolla las neuronas cerebrales”.
MÁS DATOS
• Tōru Kumon creó el método para mejorar el aprendizaje de su hijo en matemáticas. Luego se extendió a lenguaje e inglés.
• Las clases son dos veces a la semana de una hora, cada una, en promedio. Los demás días el niño debe trabajar en casa con el material que se lleva.
• La evaluación inicial es primordial para definir el comienzo del niño.
• El método impulsa a que los padres se comprometan con el proceso y estimulen y apoyen a sus hijos.
• Si todavía tiene dificultad con la lectura, se empieza con la alfabetización. Si son preescolares se trabaja de forma inicial con la memoria a partir de estimulación,lo que permite asociar la imagen con la palabra y el sonido para que más adelante puedan adquirir la conciencia fonológica.