Carla Ortiz Una misión de cambio e impacto
Carla Ortiz es la protagonista del segundo episodio del pódcast “Hablemos” de la revista OH! La bella cochabambina tuvo una íntima conversación y reveló sus pensamientos más profundos.
Desde Los Ángeles, desde su “casita”, Carla abrió su corazón para hablar sobre su carrera, su familia y su vida personal.
—¿A qué te estás dedicando?
—Parte de las pasiones más grandes de mi vida es estar en zonas de conflicto utilizando lo que es parte de mis plataformas y la voz y experiencia que tengo también detrás de cámaras haciendo documentales. Entonces, hemos estado en Siria, en Corea del Norte, en Yemen. Tuve que hacer también uno de los viajes hacia el lado de Gaza, a Israel. He estado involucrada en Afganistán, en estas zonas donde parecen que están un poco lejos de nosotros y, sin embargo, tenemos muchas cosas en común. He estado haciendo estos documentales y ha sido una especie de trabajo periodístico. Eso ha hecho que gane muchos premios internacionales, que sea embajadora de buena voluntad de las Naciones Unidas. Soy enviada especial también de Derechos Humanos de Ginebra. Entonces, combino lo que hago con dar charlas también de geopolítica diplomática a través del cine artístico. Porque, al final, cuando tú estás en zona de guerra casi como periodista, llegas a ver, a ser los ojos y la voz de las personas, los ojos para los extranjeros fuera del lugar y la voz de las personas que se encuentran en esa zona de conflicto es lo que más amo hacer. Entonces, distribuyo parte de mi tiempo yendo a diferentes cumbres, yendo a dar charlas en el Capitolio, las Naciones Unidas me ha tocado varias veces. Así es que es como la parte de mi filantropía ligada con el cine que más amo y que creo que, al final, es parte de la misión que Dios me ha dado para poder hacer un poco de cambio e impacto en el mundo con lo que hago y lo que soy.
—En tu mente tienes este sistema matriarcal de liderazgo a través de tu madre, ¿ha sido tu inspiración para empezar en este mundo de emprendimiento, en todo sentido, y también de bien social?
—Exacto, mis abuelos básicamente son inmigrantes. Mi abuela hacía trajes para Eva Perón, era una gran diseñadora en ese tiempo, era más que todo costurera, pero era increíble la cantidad de gente que le hacía pedidos, y era una mujer muy trabajadora. Y mi madre, como hija de ella, continúa este trabajo de ser una empresaria y ser a tiempo completo también madre, porque es difícil que tú levantes a tu hijo o a tu hija, los bañes, los lleves a la escuela, hagas las tareas con ellos, les sirvan la cena, les sirvas el almuerzo, pero tienes un trabajo de ocho horas, donde además eres gerente general de una compañía gigantesca. Entonces, cuando tú tienes la figura de esta mujer que todo lo puede, y está siempre hermosa, siempre perfecta, siempre bien peinada, entonces tú te enfrentas al mundo y dices “hago la cuarta parte de todo y no me alcanza, pero ella puede y lo hace ver todo tan fácil y está siempre feliz”.
Los fines de semana eran días para llevar ayuda a los geriátricos, para llevar ayuda a los niños, para darle comida a los perritos, para hacer todo este tipo de cosas. De repente te das cuenta de que son esas figuras de inspiración las que van moldeando a quien vos eres. Entonces, lógicamente, imagínate ahora que no está mi mamá, porque son apenas cinco meses que se me ha ido, es como volver a reorganizar y darte cuenta de la dimensión de cosas que todavía hacía. Y cuando hay gente que, por ejemplo, me dice a mí: “Carla, ¿cómo haces?, ¿cómo logras?”. Es que tú vas para atrás y recuerdas de quienes venimos. Y creo que la herencia cultural que tenemos, sobre todo nosotros los cochabambinos y los bolivianos, venimos de mujeres grandes, Juana Azurduy, las Heroínas de la Coronilla, es impresionante el matriarcado, la fortaleza, la grandeza de mujeres de las que venimos, hombres y mujeres bolivianos.
Cuando tú te amas en toda tu plenitud con tus errores, con tus limitaciones y tus grandezas, es fácil que el resto de la gente se enamore de ti y que se enamore de tus proyectos y que crea en vos.
—¿En algún momento has tenido dudas, incertidumbres que quizás te hayan hecho dar pasos atrás?
—Mira, yo tengo un camino superdifícil. La verdad es que yo estaba dos años adelantada en el colegio, he sufrido un nivel de bullying muy fuerte porque era como la más chiquita. Me encantaba estudiar. Me he eximido en muchos exámenes. Amaba estudiar, me sentaba de primera. Si la profesora hacía mi tarea, entonces no me llevaba la tarea al cole, a la casa, porque yo jugaba tenis. He estado en el equipo nacional del país y yo modelaba. Empecé a modelar a mis 13 años y jugaba todos los días, cuatro horas al día. Entonces mi vida era de mucho trabajo y te puedo decir que una de mis experiencias fue que una niña me clavó un lápiz en la cabeza, cuando estábamos leyendo. Estábamos en primero básico. Yo era una bebé y me acuerdo que la miré y dije “¿por qué has hecho eso?”. Yo veía que caían gotas de sangre a mi libro y me dice: “odio que seas tan bonita”. Primero, es una cosa rara, porque cuando tú tienes cuatro, cinco, seis años, yo no creo que tienes la percepción exacta de qué es bonito, qué es feo. Y de este tipo de cosas en el colegio, la verdad, tuve varias, era durísimo, porque como modelaba, era un colegio de monjas, entonces representaban a la modelo como el demonio. Las chicas eran terribles. Una experiencia así, horrorosa. Sin embargo, yo me acuerdo que yo tenía clarísimo que iba a ser actriz. Yo les decía que iba a ser actriz y se reían. No me decían “ah. Ja, ja. Sí, claro, vas a ser actriz”. Pero eso te da la capacidad para que tú trabajes con más fuerza.
Todas estas cosas te van moldeando para que explores más adentro quién eres, tus riquezas, tus grandezas. Y es hermoso saber que de verdad, porque se ha vuelto un cliché, que de verdad no estamos en competencia con nadie, porque el sol de verdad sale para todos. El sol no escoge salir para este o aquel.
—¿Cómo surge esta motivación, esta idea de que te identifiques con la situación palestina?
—Yo soy una gran defensora de todo y además vocera de todo lo que ha sufrido el pueblo judío, pero hoy en día tú no puedes hacer lo mismo que te hicieron a vos, hacer al pueblo palestino, donde los están limpiando étnicamente, donde han limpiado completamente Gaza, donde hay miles de niños que ya no tienen familia, que están huérfanos, y hay miles de familias, son cerca de 55 mil personas que han muerto en menos de un año, es una locura, entonces todos tenemos derecho a existir, porque le estamos denegando a uno de los pueblos más antiguos del planeta que no tengan su derecho a subsistir, porque qué está sucediendo en la comunidad internacional para que no reclamemos los derechos de existencia con una vida digna para los niños donde ya no tienen escuela, no tienen agua potable, no tienen comida, entonces estamos en un momento bastante crítico, estamos en un momento donde nosotros como seres humanos tenemos que pararnos delante de qué es más importante, la humanidad, los negocios, o sencillamente estamos todos en una conveniencia política, porque al final los políticos van a seguir siendo políticos, pero nosotros como seres humanos tenemos que intentar siempre pararnos del lado de la verdad y la justicia, y tiene que ser para todos, no puede ser solamente para un lado o para el otro, el apoyo tiene que ser para todos.
—Conociendo más sobre ti y tu núcleo familiar, ¿en algún momento has tenido la idea de la maternidad?
—Siempre fue algo que he pospuesto porque no era una prioridad para mí. Yo me imagino que ya, este año tal vez ya se me está acabando el año, pero entre este y el próximo año yo creo que sí, ya vamos a pensar en la próxima generación.