La generación Z o generación de cristal
Una generación presionada por vivir a toda mecha, lo que hace que la mayor parte de ellos tenga la necesidad de que los sueños se realicen ¡YA!, porque en sus referentes (youtubers, influencers, modelos o cantantes) solo se aprecia el final del éxito y no el camino realizado. Una generación muy frágil, con poca tolerancia a la frustración o su creencia a los triunfos gratuitos y fáciles, y una etiqueta a la que cada vez más jóvenes dan la vuelta para resignificar el cliché de la “Generación de Cristal”.
¿Por qué ha sucedido esto? Lo primero apunta a la crianza, lo segundo a la tecnología, lo tercero a la impaciencia y lo último al entorno. Muchos de los generación Z han crecido con técnicas de crianza muy poco efectivas, los padres les dijeron todo el tiempo que eran especiales, que podían tener todo lo que quisieran, algunos inclusive obtuvieron buenas calificaciones, solo porque los profesores querían evitar confrontaciones con los padres de esos estudiantes, crecieron también creyendo que los padres eran quienes tenían que resolver sus problemas y, de hecho, lo hicieron. Una generación que ante el mínimo esfuerzo y con tan solo pedirlo recibe su gratificación casi instantáneamente, no necesita esforzarse. “Criados por personas que vivieron épocas de carencia y han trabajado por darles todo para que no les falte nada como a ellos en su momento”.
Otro de los factores comunes que llama severamente la atención es la baja autoestima y la inseguridad en la toma de decisiones, lo que les impulsa a pedir ayuda y reconocimiento constante por parte del adulto y a ser adolescentes y jóvenes de alta demanda.
Hasta aquí, pinta un panorama no muy halagüeño y de hecho devastador para nosotros como padres ya que, en lugar de hacerlo bien, ha ocurrido todo lo contrario, y seguro muchos de nosotros estamos sufriendo las consecuencias y no encontramos el camino para poder solucionar esto que nosotros mismos hemos generado.
Es lógico que no somos los únicos responsables, también lo es la tecnología, ya que es la más reciente generación que se crio con la pantalla, la que fue a reemplazar la ausencia de los padres. La generación Z nace a un mundo paranoico, que necesita ser hipermonitoreado, hipervigilado, es la generación de los drones, de las cámaras de seguridad omnipresentes, no importa si perdemos nuestra privacidad, lo importante es estar seguros.
Ellos son jóvenes aún para dejarse contaminar, pero cada vez hay menor tiempo, las cosas no pintan bien para los jóvenes de esta generación. Quizás toda esta paranoia y los miedos que nos transmiten los medios día a día hagan que terminemos sobreprotegiéndolos más de la cuenta haciendo que eviten todo riesgo y encima les inculcamos un tipo diferente de terror: el terror al fracaso. Los premiamos si pierden alguna competencia para consolarlos y les decimos insistentemente que son especiales y así el día que salgan a enfrentar al mundo real se darán cuenta muy rápido que no son tan especiales que sus padres no los salvaran del fracaso, que el peligro es real y no están preparados para afrontarlo y que si llegas último no ganas nada.
Nos estamos drogando como nunca antes ninguna generación fue drogada, antibióticos, azúcar, grasas trans, celulares, tablets, pantallas táctiles por doquier, la generación Z también es la generación de los malos hábitos alimenticios, de la hiperestimulación, la falta de sueño, el estrés prematuro. Millones de niños alrededor del mundo están siendo medicados por diagnósticos de trastornos de ansiedad e hiperactividad. El tema educativo no ayuda para nada, se dispone mucho tiempo y energía en áreas académicas que le ayudaran a entrar a la universidad, pero se le da poca importancia a las áreas que estimulan su creatividad, su curiosidad, su emocionalidad, su actividad física, todas estas áreas difíciles de enseñar y evaluar. Se confunde la habilidad académica con la inteligencia, se les inculca conformismo y obediencia, se les prepara para ser buenos trabajadores. La presión sobre su desempeño académico, las constantes evaluaciones y las expectativas de los propios padres hacen que la mitad de adolescentes se sientan seriamente estresados.
Viven una vida de gratificación instantánea, existen apps para todo hasta para conseguir un amor, pero la vida real, el trabajo, las relaciones requieren esas palabras raras para ellos, que se llaman tiempo y paciencia. Un poco más de esfuerzo, en realidad mucho más esfuerzo, porque ellos son nuestros hijos y son los más maravillosos del mundo.
Creo que hay mucho que pensar, mucho que replantear, pero, sobre todo, quiero lograr con esta reflexión que de verdad nos sentemos para poder hacer algo diferente que pueda cambiarles el rumbo…porque aún tenemos tiempo.