No hay duda de quién es el líder de la selección argentina, ni dentro ni fuera del terreno, Lionel Messi, cuyo nombre lucía en cada paso, en cada pancarta, en cada aficionado; una figura global que traspasa las fronteras, los colores y los equipos, que, a 13.300 kilómetros de su país, también acaparó el foco en el estadio de Lusail, ayer insuficiente para esquivar el fracaso de su equipo, que tiró una racha de tres años y cuatro meses, de 36 encuentros invencible, en cinco minutos, en una zozobra general.