"Andrea", o incursión a la erótica femenina
Los sueños eróticos y la intimidad de una mujer son parte de un camino inexorable que apenas, si se permite, puede ser visitado por un hombre. Carlos Valverde Bravo en "Andrea, porque una vez no basta", su nueva novela, pretende retratar la erótica sentida a través de la piel de una mujer, sin embargo a lo largo del relato se tiende a imaginar más en los deseos sexuales de un hombre.
Andrea es la fantasía de la vivencia de esos sueños cuyo eje central es la complicidad con el varón. Esa complicidad es dada de modo tan perfecto que el relato se hace inverosímil y hasta pretencioso, porque si bien no existe el elemento de "posesión" que en varias obras suele marcar un desenlace trágico, existe la dependencia de la mujer al hombre, ya que Andrea sin su "cómplice" no puede llevar adelante sus fantasías sexuales.
El relato gira alrededor de los recuerdos íntimos de una viuda que sólo espera la visita de sus nietos. El elemento desencadenante surge cuando la protagonista cree ver, en la calle, al primer hombre con quien compartió su sexo (Roberto), a partir de entonces los recuerdos son un torrente continúo de sensaciones, vuelve a vivir detalle a detalle la realización de sus encuentros sexuales.
Hasta aquí, el autor no presenta en su narrativa nada alarmante, es simplemente la descripción pausada y detallada de un proceso de caricias cuyo único fin es la llegada al placer. Un placer que debe repetirse más de una vez, cuya intensidad genera el vicio constante de buscarlo. Y el objeto del placer no es encarnado en los amantes pagados, ni en el "falo" reverenciado por hombres y mujeres, el objeto lo encarna ella misma en la búsqueda de un placer diferente, más intenso, en la vivencia de experiencias nuevas cuyo riesgo, si es que lo hay, es siempre mitigado por su cómplice sexual (Facundo) su marido.
Y es el marido, el elemento que marca la diferencia en el relato, porque en la relación con Andrea no existe la típica lucha de poder, el sentimiento de posesión en toda relación, "mi esposo, mi mujer", ese "mi" posesivo se transforma, en este caso, en la aceptación a compartir sin reproches, experiencias sexuales con otras personas. Esa es la principal trasgresión de Andrea, la fantasía de la pareja que abiertamente vive para generar y dar placer.
Entre sexo y sensualidad
Andrea es un libro puramente sexual antes que sensual, si bien la diferencia entre ambos conceptos lo aclaró Valverde en la presentación de su anterior libro "Siempre será la primera vez", esta diferencia se remarca aún más en "Andrea porque una vez no basta", es así que la obra no está enmarcada en la erótica como arte de lo sensual, sino en la vivencia y presencia constante del deseo que debe llegar al placer múltiple.
La obra rescata también el uso del mito de narciso, un paréntesis en la misma descripción, la primera experiencia lesbiana en la adolescencia de la protagonista, vuelve a ser encarnada en la imagen de una mujer contratada "Andrea la puta". Y aquí el relato juega con el espejo, el amor con uno mismo, con otra mujer que no es ella y a la vez es todo lo que ella quiere ser.
Ese episodio también le da a la protagonista la oportunidad de vivir una relación a escondidas del esposo. Y nuevamente retornamos a la experiencia de lo prohibido. Muchos años después, sin embargo Andrea se da cuenta de que el encuentro con aquella mujer también fue parte del regalo de Facundo.