En la multitud está el crimen
Allá a mediados de los ochenta, Zavaleta Mercado andaba con la gran angustia teórica de tratar de entender cómo es que una vanguardia social que tanta huella marcó en nuestra historia como fue el proletariado minero, no lograba dar el salto cualitativo de clase a multitud, a pesar de que en su escasez numérica desde sus campamentos andinos que eran una metáfora perfecta de la república los mineros eran capaces de generar actos de irradiación o iluminación sobre su propio medio ambiente o atmósfera inmediata .
Es decir que este reducido proletariado podía influir poderosamente sobre el conjunto de la clase obrera y otros sectores sociales que se adscribieron ideológicamente a esa contrahegemonía de manera, empero, dramáticamente coyuntural.
Finalmente, después del inapelable fracaso udepista, René Zavaleta terminó escribiendo acerca de la soledad de la clase obrera con un dejo de derrota estratégica.
Hoy, más de dos décadas después, la forma multitud de las masas excede el anhelo de Zavaleta; pero hay un detalle que falta: '?cuál la clase o etnia hegemónica que lidera este presunto proceso de compactación societal?
Ninguna en el estricto sentido gramsciano.
Vivimos ciertamente una era multitudinaria, con la duda razonable respecto a que si el origen de esta eclosión de las masas es resultado de una racionalidad estratégica desde la perspectiva de una clase que ha echado sobre la mesa los dados de sus intereses históricos que aspiran a ser los de la nación toda; o todo esto no es más que una debacle de la globalización que viene provocando una estampida en masa al grito de sálvese quien pueda , en un planeta que busca desdolarizarse en pos de humanizarse para caer en las redes de ciertos neo-estalinismos y neo-nazismos que se necesitan mutuamente según lecciones de la historia que no terminamos de aprender.
Me inclino por la última explicación. Y es que las multitudes que están emergiendo como corrientes alternativas en el continente y en el caso de Bolivia con el plus de una corriente de reivindicación indígena que sin embargo tiende a disolverse en la indolente solemnidad del poder no tienen contenido ni presencia de una clase contrahegemónica que haga de la multitud un sujeto histórico inteligente, o al menos lúcido.
La forma multitud de las masas en Bolivia, hoy, es una deformación fragmentaria de la sociedad civil.
Es linchadora, megalómana y con poca conciencia democrática para mi gusto.
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