Pobres análisis sociológicos de la educación: cuando se da en el clavo
Siento la necesidad de responder al artículo “Educación: Otra década perdida. Cuando se da en la tecla”, que es, a su vez, una respuesta a otro artículo mío “Pobres análisis sociológicos de la educación”. Esa necesidad surge porque se me atribuye haber ofendido al autor del artículo que he cuestionado. Entonces leo y releo mi artículo y no encuentro, por ninguna parte, una ofensa personal hacia el articulista. Está completamente fuera de mi ánimo ofender, en lugar de utilizar argumentos. Tampoco creo que el periódico los Tiempos se hubiera prestado a ser canal de una ofensa personal. En todo caso, exhorto a que se señale qué pasaje de mi artículo es una ofensa personal.
Mi artículo sí tiene frases que caracterizan la debilidad de los argumentos utilizados, desde el mismo título: “POBRES análisis sociológicos”. Pero eso no puede ser considerado como una ofensa personal. Al final de cuentas, también tengo el derecho ciudadano de emitir mi criterio sobre la calidad de los argumentos que se utilizan en el debate público
Entonces, entiendo que mi argumento ha dado en el clavo cuando sostengo que es un pobre análisis sociológico el que, en unas cuantas líneas pretenda concluir que sería “otra década perdida para la educación”, obviando completamente un montón de hitos históricos alcanzados en este decenio, como ser la erradicación del analfabetismo, la constitución de Escuelas Superiores de Formación de Maestros que forman licenciados en lugar de técnicos superiores, la dotación de computadoras a escuelas y maestros como nunca antes en nuestra historia, la construcción de unidades educativas como nunca antes en nuestra historia, la dotación de ítems docentes de nueva creación como nunca antes, la reducción de la tasa de abandono escolar a límites casi imperceptibles y otros que no he mencionado en el artículo, que también son hitos, como la eliminación del interinato de los maestros, profesionalizándolos en lugar de echarlos de sus trabajos. Entonces, el nudo de mi argumento es que el análisis de la educación en Bolivia en el último decenio, que pretenda concluir en que es otra década perdida, obviando todos estos hitos históricos, es realmente un pobre análisis. Así de simple y claro. Comprenda el amigo lector que ha tenido la gentileza de seguir esta discusión: Se dice mucho, cuando no se dice nada. En este caso, se ignora todo lo que se ha hecho en educación y se concluye que es una década perdida. No es honesto ese “argumento”, y no estoy ofendiendo a nadie. Estoy criticando una actitud.
Ahora bien. Sobre el tema de la ideologización de la educación, se me atribuye decir cosas que no digo. Pero bueno, la fundamental diferencia entre el otro articulista y mi persona está en que él sostiene que la educación en nuestro país está extremadamente ideologizada, mientras que por mi parte sostengo que toda educación es ideologizada. De todas esas expresiones de educación ideologizada, la que más daño causa es la que pretende ser neutral ideológicamente, puesto que, en esos casos, la ideología penetra en el inconsciente y es ahí donde se puede hablar de un adoctrinamiento. Por el contrario, cuando en una educación determinada, la ideología está a flor de piel, entonces, es completamente posible debatirla, discutirla, cuestionarla y evaluarla. Este es el caso del tema de la descolonización, que obviamente tiene su contenido ideológico, sería absurdo pretender negarlo. Pero si en este marco, se pretende que el tema de la descolonización sea excluido de la currícula, entonces también se está adoptando una postura ideológica determinada, sólo que con la diferencia de pretender ocultarla. Si se comprende esto, entonces surge la pregunta, ¿por qué antes, cuando el tema de la descolonización no estaba en la currícula, no se acusaba a la educación de ser ideologizada? También lo estaba, pero no se lo percibía, o no se lo quería percibir.
Alternativamente, se pretende “atenuar” el tema de la descolonización, con el pretexto de no “ideologizar mucho” la educación. Entonces, se la “atenúa” tanto que se convierte en un asunto folklórico, quitándole su contenido político y pasa a ser un tema completamente inofensivo para las élites económicas y sociales que todavía imperan en nuestro país. Por esta razón, la divergencia que atañe esta polémica es política. Del otro lado, se pretende propiciar una educación “no ideologizada”. De este lado, sostenemos que esa educación “no ideologizada” a la que aspiran algunos sectores es una educación profundamente ideologizada, tanto como cualquier otra.
El autores jefe de la Unidad de Transparencia del ministerio de Educación del Estado Plurinacional de Bolivia.
Columnas de CARLOS ECHAZÚ CORTÉZ