Aprender a desprenderse
a llegado el último mes del año y es posible que las metas que se planteó, en enero, cayeron en saco roto y los kilos que deseó bajar, el mantener su estado de salud en un punto óptimo o promesas similares, no se hayan cumplido.
Incluso, es posible que piense que aún está a tiempo de lograr algún fin personal, como pasar más tiempo en familia y menos tiempo pegado a las redes sociales o a los informativos de la televisión o radio, indisponiéndose ante noticias de crímenes o sinsabores políticos.
Sin embargo, viendo la cruda cara de la realidad, este mes, como muchos diciembres, viene con sus propios afanes e incluso esa promesa de pasar menos tiempo en Facebook o Whatsapp es posible que no se logre.
Aun así hay un reto que podría conseguir y es desprenderse de lo que no le sirve. Si le suena familiar y se deshace de vestimenta que ya no usa, o de medicamentos vencidos de su botiquín familiar, está haciendo lo correcto.
¿Pero se ha puesto a pensar en otras cosas que guarda y que no deshecha?
Uno de los elementos que más contaminación genera es el celular, con sus chats y correos electrónicos.
Tenemos la mala costumbre de leer el correo y dejarlo en la bandeja de entrada, ese correo ocupa un espacio en un servidor con una gran memoria y para ello las compañías dejan encendidos los servidores las 24 horas. Esta funesta fórmula provoca más consumo de energía eléctrica. Los autores Clark & Berners-Lee, en 2010, dijeron que el 78% de los correos que se envían alrededor del mundo se consideran spam y el investigador Benítez explica que la energía que se requiere para almacenar 1 gb de correos electrónicos durante un año es de 32,1 kWh.
La solución es ser sensato y borrar correos inútiles que se conservan desde hace años. Si 155.200 personas eliminaran 50 correos electrónicos sin importancia, con la energía ahorrada se podría pagar la iluminación de la Torre Eiffel un día al mes durante todo un año.
El uso de la etiqueta #ecleaningdays, en Twitter, desde 2016, y traducido como días de limpieza electrónica, busca que aprendamos a deshacernos de la chatarra digital, especialmente de memes políticos que destrozan a figuras públicas, chistes groseros, imágenes y videos pornográficos, saludos de buenos días u oraciones diarias.
Le estaremos haciendo un gran favor al planeta y tendremos una meta de fin de año muy factible de cumplir. Así, bandejas de correo y chats grupales, que amontonan miles de mensajes, quedarán libres y contribuiremos al cuidado del planeta.
La autora es magíster en comunicación empresarial y periodista.
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER