“¿El fuego es malo?”
Hace un par de días, mi hijo me preguntó “¿el fuego es malo?”. Yo no pude responder de inmediato, pero mi esposo le contestó “depende cómo lo uses”, citándole varios ejemplos. Él es un niño, de siete años, que en su inocencia, tras los desastres que vienen ocurriendo en nuestro país, considera al fuego un enemigo.
Cómo explicarle a un niño cómo es que un elemento vital puede causar tanto daño, que ya son más de siete las personas y más de 200 millones de animales que murieron en estas tragedias, que se quemaron alrededor de 3,7 millones de hectáreas, que durante este gobierno se aprobó 10 normas, entre leyes, decretos supremos y reglamentos, que afectan a los bosques, que están autorizados los chaqueos y la ampliación de la frontera agrícola. Pero, sobre todo, ¿cómo explicarle que el protagonista de semejante desastre no es el fuego en sí, sino somos los seres humanos que indirectamente cometemos estas atrocidades?, ¿cómo decirle que en general no son fallas técnicas, sino humanas? Y encima, que entre todo este caos hay autoridades y políticos que usan miserablemente esta situación creyendo que tendrán algún beneficio.
Sin embargo, él lo sabe. Escuchó en la radio y en las conversaciones de otras personas, vio en la televisión, leyó algunos titulares del periódico, y así sacó sus conclusiones: a él no le enorgullecen sus autoridades (especialmente su presidente), pero tiene fe en otras personas adultas. Habla de los bomberos y voluntarios, que resarcen el daño de otros (incendios), como verdaderos superhéroes.
Y le doy la razón, yo también estoy decepcionada de quienes nos gobiernan. Pero ¿qué hacemos nosotros, los adultos que somos el ejemplo de nuestras niñas y niños? Y aunque esta última frase sea un cliché, en nuestras manos está formar a niñas y niños para que el día de mañana sean personas empáticas, críticas y, sobre todo, respetuosas con su planeta.
Periodista de Los Tiempos
Columnas de Cindy Soliz Villegas