El miedo de una mujer gestante
Como mujer y madre me pregunto, una y otra vez, acerca de esta problemática recurrente que afecta a las mujeres que transitamos una gestación: el miedo. Ese miedo promovido por la sociedad, el personal de salud a quienes confiamos nuestras vidas y las personas de nuestro entorno. El temor nos llueve a cántaros. El miedo a los riesgos se nos aparece en las conversaciones, en los controles médicos, en las redes sociales, en la televisión, etc. En conclusión, nos genera pánico ante los procesos naturales, ante lo indomable y susceptible que es la vida en sí misma.
Nos hacen creer que gestar es un período de “vulnerabilidad”, como si todas las enfermedades y riesgos estuvieran al acecho. Algunas mujeres se asustan de sólo pensar en las contracciones. Ya nos imaginamos cómo será el temor al momento del parto, que desde las películas hasta los cuentos urbanos de terror se asocia con el sufrimiento y el castigo divino de “parirás con dolor” que lanzó Dios sobre Eva por desobedecer a su marido y a él mismo.
Lo sagrado que significa parir a nuestros hijos, hoy en día se programa como si fuera una cita al dentista. Y así como menciona Pabla Pérez, en su libro “Manual introductorio a la ginecología natural”, nos han hecho creer que no somos capaces de este proceso, nos tratan como objetos y han convertido de este acto un negocio para los hospitales. Nacer en estas instituciones es un suceso frío, despersonalizado y excesivamente intervenido por diferentes manos, generándose en su mayoría el primer trauma, que es el de nacer bajo violencia obstétrica.
Lo que para nosotras es uno de los sucesos más importantes de nuestra vida, para el sistema médico es un mero número que se suma a su larga lista de atención.
Gestar, parir y amamantar no son patologías; son procesos fisiológicos y naturales. Y nosotras estamos hechas para eso, si así lo deseamos.
La autora es periodista de Doble Click
Columnas de Cindy Soliz Villegas