¡Lo logramos!
Ni los más agudos análisis auguraban una solución como la que estamos gozando. Los agoreros del desastre anunciaban guerra civil en varias versiones y, reflexionando sobre los niveles de violencia que se produjeron, nada estuvo en el volumen que las palabras irresponsables repetían.
Un cansancio del régimen y una fortaleza social acumulada produjeron renuncias casi inexplicables. Comprensible en ministros y funcionarios cercanos a la dupla de la mentira, pero complicadas en gobernadores, alcaldes, senadores y diputados. ¿Qué sabían/suponían ellos que estaba por producirse? Las supuestas represalias no podían tener la fuerza como para hacer que se produzca la desbandada selectiva que conocemos.
La pérdida del control se dio con las dos variables que permitieron que Jeanine Añez sea hoy presidente, la renuncia y huida a México de Evo y Álvaro, y la renuncia de los dos legisladores del MAS que estaban en la sucesión constitucional. La tardía reacción de la senadora Salvatierra no pudo corregir el vacío de poder que generó.
Pero, hay otra serie de acontecimientos que hoy parecen tan sencillos que merecen ser recordados para honra y gloria de la madurez democrática.
¿Se esperaba que se impusiera una decisión del electorado para votar por una candidatura que pudiera hacerle frente al régimen? ¿Alguien podía suponer que se soportarían 21 días de pititas y bloqueos, que luego fueron creciendo en todo el país? ¿Fueron planificados los cabildos y encuentros de fe al pie del Cristo? ¿Quién podía prever lo que ocurriría cuando se cumpliera el ultimátum de las 48 horas formulado por Luis Fernando Camacho? ¿Se imaginó el funcionario de Aasana el papel que tendría su conducta despreciable con Camacho, vista en tiempo real? ¿Se le pasó por la cabeza al régimen que la carta de renuncia y la Biblia que serían entregadas en el Palacio Quemado, tendrían algún resultado? ¿Se esperaba que la OEA, con las sospechas previas, sería tan contundente en sus afirmaciones descalificadoras del régimen y por la burla de las elecciones? ¿Era posible establecer el momento en el que la Policía y las FFAA tendrían una posición como la que asumieron para evitar mayor violencia? ¿Acaso estaba en el escenario previo la entereza oportuna de la senadora Añez para ocupar una tribuna que no tenía libreto? ¿Quién esperaba que el Tribunal Constitucional emita el comunicado que respaldaba la legalidad de la sucesión? ¿Quién instruyó al Fiscal General que ordene la detención de los vocales del Tribunal Electoral?
Cada una de estas preguntas y muchas otras, se vieron enriquecidas por el seguimiento de los medios y comunicadores sociales, las redes, Fernando del Rincón, la entrevista de Ximena Galarza, las pruebas mostradas por Édgar Villegas, el liderazgo oportuno y temerario de Camacho y Pumari, generando un crecimiento de conciencia y demanda que pasó de la segunda vuelta, a la anulación de las elecciones, renuncia de los vocales del tribunal electoral, la convocatoria de nuevas elecciones con la inhabilitación de Evo Morales, para cumplir con la Constitución y el 21F; todas ellas fueron objeto, si hacemos seguimiento a las intervenciones de los voceros del MAS, de una desvalorización, burla y desprecio.
La batalla interna está lograda y vienen los retos complicados de la reconstrucción.
En la agenda inmediata está ocupar el espacio internacional paralogizado por una denuncia de golpe de Estado realizada por un expresidente mentiroso hasta la enfermedad. Y también es imprescindible abrir la caja negra del dispendio económico, el control boliviano del Chapare como territorio libre del narcotráfico y el retorno de los bolivianos de la diáspora que debieron salir para no caer en manos de la barbarie.
El autor es director de Innovación del Cepad
Columnas de CARLOS HUGO MOLINA