Escape furtivo
Bolivia no tiene tratado de extradición con México y su Gobierno ha expresado que no aplicará la normativa internacional entregando a los exministros Quintana y Alanoca por los delitos comunes de los que se les acusa, a pesar de que antes de solicitar el asilo, las autoridades jurisdiccionales competentes ya habían emitido órdenes de aprehensión contra ellos. Negados los salvoconductos para que salgan del país y ante esta pugna bilateral, las opciones de los asilados son: vivir en la embajada por tiempo indefinido y/o planear su escape. Pero ¿están las fuerzas de seguridad del Estado capacitadas para evitar una hipotética fuga?
Escapar es algo que los asilados ya imaginan. No es una tarea fácil. Constituye una confrontación de inteligencias. Las elucubraciones están en marcha aunque solo las más ingeniosas podrían lograr su objetivo. En el caso del Gobierno, no importa conocer solo el momento, la modalidad y la ruta de la huida, sino y sobre todo sus consecuencias. Un escape furtivo a cualquier país haría difícil forzar su extradición, los encausados podrían lograr su impunidad y dejarían en entredicho a las autoridades responsables. Sería un bochorno para el Gobierno y para el Estado en el ámbito internacional. ¿Existe un plan para evitarlo? ¿Los encargados de perseguir a los fugitivos, tendrían autorizada la utilización de armas?
Cualquier plan de fuga requiere de la ayuda exterior e interior, incluyendo la connivencia del Gobierno mejicano, de personas interesadas, de aliados políticos e incluso de las propias fuerzas de seguridad y vigilancia.
Su ejecución puede tardar meses. Podrían planificar su huida ocultos en cajas, bolsas, en ropa para lavar, simulando un traslado de muebles o mudanza de equipos y enseres, y/o simular enfermedades graves que requieran atención médica externa.
No lo intentarán de inmediato porque saben de la gran atención mediática, ciudadana y de las fuerzas de seguridad. Es obvio que si la Policía, los medios de comunicación y los vecinos organizados vigilan la embajada 24 horas, o existen cámaras apuntando día y noche la puerta de la embajada, él o ellos, evitarán la puerta principal; aunque con la solidaridad mexicana podrían obtener llaves para las puertas. Es más probable que elijan puertas o paredes traseras, o compren conciencias vecinales. Incluso podrían acometer una operación de rescate vía terrestre y/o vía helicóptero. Una cuerda podría ser útil para deslizarse y algún cómplice encargarse de distraer a los policías con una charla; a una hora imprevista o durante una fiesta distractiva. Cuanto más tiempo permanezcan, más se descuidara su vigilancia.
La previsión es de prudentes. Los visitantes de los asilados son los intermediarios y sus agentes de inteligencia. El Gobierno debe elaborar un protocolo de aplicación obligatoria para las fuerzas de seguridad, reforzar la seguridad en los aeropuertos, carreteras y fronteras, para garantizar que los acusados sean juzgados en el país. Esta historia no ha terminado.
El autor es abogado constitucionalista
Torresarmas1@hotmail.com
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