¿La paz electoral está en manos del MAS?
La intolerancia entre algunas de las agrupaciones políticas que participan del proceso de las elecciones generales del 3 de mayo próximo ha dado muestras de exacerbación en los pasados días, al punto de registrarse hechos de cierta violencia y la intervención de las fuerzas del orden.
La primera de esas manifestaciones violentas ocurrió en diciembre del año pasado, en la universidad pública de Cochabamba, en ocasión de la visita del exlíder cívico potosino Marco Pumari. Luego, a fines de enero, en La Paz, la agresividad se reactivó, precisamente contra el mismo Pumari y contra Luis Fernando Camacho que lo acompañaba.
Luego se sucedieron una media docena de sucesos similares en Santa Cruz, El Alto y Quillacollo, hasta llegar al ataque contra un hotel, en El Alto donde, se desarrollaba la conferencia de prensa de un candidato a la vicepresidencia y, tres días más tarde, en la misma ciudad, se produjo otro suceso violento. Este último ocurrió en la inauguración de la casa de campaña de la alianza Juntos, donde estaban presentes la presidenta-candidata, Jeanine Áñez y su postulante a vicepresidente, Samuel Doria Medina, resguardados por un importante despliegue de policías.
Aparte de la advertencia lanzada por un dirigente de los Yungas en sentido de que no admitirán que el MAS haga campaña electoral en esa región, las agresiones fueron dirigidas en contra de políticos de Juntos, Comunidad Ciudadana y Creemos, contrarios al partido azul.
Ese ambiente de intolerancia y agresividad puede tender a agravarse a medida que la campaña electoral se hace más intensa. Y hay pocos indicios de que eso no ocurra, a pesar de las expresiones de algunos líderes masistas en sentido de que piden a la militancia del MAS y a los “sectores sociales a no ejercer ningún tipo de violencia psicológica ni física, para garantizar una campaña (electoral) tranquila y en paz”, como lo señaló el senador Efraín Chambi, que no es candidato.
Otro masista, Jorge Silva, concejal de La Paz, asegura que no existe instrucción orgánica para interferir las actividades proselitistas de los contrarios al MAS.
“Estas prácticas de insultar, agredir (…) pueden victimizar a la señora Añez y esto le generaría un rédito político; y pueden (hacer) ser que se vea al MAS como el partido agresor, arbitrario, autoritario que no permite ejercer derechos políticos”.
La paz de este proceso eleccionario parece estar en manos del partido que las encuestas dan por mayoritario. Ojalá que sus militantes y simpatizantes observen la tolerancia propia de la democracia.