A propósito de las “Tapadas” de Lima
Gustavo Rodríguez Ostria
En un museo del centro de Lima, con las “Tapadas”. Al contrario de lo que podría suponerse no fue un mecanismo impuesto para reforzar la subordinación femenina sino un espacio de rebeldía femenina por lo que combatida y repudiada por los varones y la iglesia católica. Como señala Marisa Bazán en su tesis, permitía la libre circulación de las mujeres por el espacio público, creando una modalidad de subversión contra la cerrada sociedad patriarcal. Sin embargo, también combinó el discurso erótico sobre la mujer reforzando patrones de la dominación masculina
No se conoce que en otras ciudades latinoamericanas hubiera existido esta costumbre que tiene origen morisco.
Copio aquí in extenso un artículo de Katia Novella Miller.
“Hoy en día los velos que cubren las cabezas y las caras de las mujeres se han vuelto el símbolo del fanatismo islámico y un emblema de la opresión femenina. Pero el Islam es erróneamente acusado de ser el primero en haberlos introducido. En realidad las mujeres han sido ‘obligadas’ a ponérselos en varias culturas mucho antes de la aparición del Islam, en el siglo séptimo de la era cristiana. Y aún más sorprendente es el hecho de que los velos de las mujeres fueron otrora un símbolo de libertad femenina, un signo de seducción, como lo demuestra el caso de las Tapadas: un típico y original vestido usado por las mujeres de Lima, la capital más antigua de la América del Sur española , fundada en 1535 por Francisco Pizarro, conocido en el mundo como el conquistador del Imperio Inca.
En 1560, veinticinco años después de la fundación de la ciudad, las mujeres comenzaron a cubrirse, a usar velos – llamados manto y saya – que ocultaban sus cabezas, sus caras y casi todo el cuerpo. Un vestuario que hizo enfurecer a los hombres, a las autoridades locales e ibéricas, y también los hizo sentir impotentes ante la determinación de esas mujeres de seguir usando su vestido favorito y defender su libertad de movimiento por la ciudad. Las limeñas llegaron a impedir la prohibición de su característico traje en muchas ocasiones.
El manto y la saya de las Tapadas, como eran llamadas esas mujeres, eran confeccionados con varios tipos de telas dependiendo de la clase social a la que pertenecían y de su nivel de riqueza. Fue un atuendo introducido en la ciudad por las mujeres europeas, pero usado incluso por las esclavas de origen africano.
Algunas personas han sostenido que no se trataba exactamente de una moda ya que las mujeres lo usaron ininterrumpidamente por tres siglos, desde 1560 hasta 1860. Era un atavío exclusivamente de Lima, en ninguna otra ciudad sudamericana vestían el manto y la saya. Quizás por esta razón las limeñas estaban convencidas de que solamente una persona que había nacido en Lima podía confeccionarlo.
El vestido tradicional que las limeñas usaban para salir de casa estaba compuesto de dos piezas: la saya, una sobrefalda con dibujos hechos de encaje o bordados, con un chal de seda con grandes flores coloradas bordadas que se fijaba en la cintura con cintas o cinturones de seda verdes, azules, negros o marrones; las mujeres levantaban la saya para mostrar los pies y los tobillos. Luego estaba el manto, un velo hecho con una tela gruesa, sujetado en la parte posterior de la cintura, desde donde se tiraba sobre los hombros y la cabeza, y era corrido sobre la cara, de la que las mujeres dejaban ver solamente un ojo’, explica James Haggins en el libro ‘Lima: una historia cultural’. Era un vestido que conllevaba insinuación, cortejo, galanteo, prohibición y seducción”.
El autor es Embajador de Bolivia en Perú
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