Entre la ignorancia y las agresiones
ANÓNIMO - VÍA WHATSAPP
Soy un médico que estudió seis años de carrera universitaria, realizó un año de servicio rural obligatorio, para recién salir médico general. Luego hice tres años de especialidad, más dos de subespecialidad y otros dos de maestría, sumados a dos más de diplomados.
He dedicado mucho a esta carrera que me apasiona; he invertido dinero y abandonado a mi familia. Días sin comer ni dormir; horas al lado de un paciente para que se recupere —dejando de lado cumpleaños, navidades y fiestas perdidas lejos de los míos por cuidar a otros—.
Me levanto a diario para sanar a los tuyos, corro el riesgo constante de contagiarme y morir, o, peor aún, contagiar a mis seres queridos.
Cuando llego al hospital, respiro hondo porque entro a la sala de enfermedades respiratorias. Siento miedo, y oro por mis colegas, pacientes y compañeros de trabajo; lloro junto a ellos.
Estas semanas, con la cara marcada por las ligas de los barbijos que no dejan respirar y hacen doler la cabeza, salgo del hospital con las medidas más extremas para no llevar el virus mi casa, donde me esperan mis pequeños y mi esposa. Afortunadamente, tengo carro, pero he visto irse en bus a mis colegas —cansados igual que yo, tras lidiar 24 horas de turno sin tregua— y he sentido su angustia cuando unos cuantos un maleantes ignorantes los apedreaban.
Escuché gritos de furia por los celulares que desesperados cogían para pedir auxilio. Y he sentido como en carne viva cómo relataban escondidos bajo los asientos del vehículo para que los fragmentos de vidrio y las pedradas no los lastimen.
He escuchado desde la línea telefónica sollozos de mis colegas enfermeras asustadas. Con mucho miedo, rogando por sus vidas. Así que no te permito que hagas lo que te dé la gana por que recibiste 100 bolivianos para desatar caos y violencia con fines político-partidarios. Por eso ¡no! ¡No te perdono! Porque mi sacrificio por ti y tu familia no vale 100 pesos; ni mi vida y la de mi familia.
Simplemente por que yo no nací para estar atemorizado por un “ignorante” entre comillas, por que eres muy inteligente para amedrentar, pegar y cobrar.
Respeta el trabajo, la vida y la integridad física de los médicos y el personal de salud.
Y por último “respeta la vida.”
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