El coronavirus y la ignorancia
El coronavirus está sacando lo peor que muchos bolivianos traen dentro: ignorancia, rabia, frustración y maldad. Varios casos ejemplifican esta situación. Uno se refiere al repliegue del personal de salud de seis hospitales de El Alto, y de los centros de salud de los municipios de Cajuata, en La Paz, y Eucaliptus, en Oruro, luego de las agresiones y estigmatizaciones que sufrieron los últimos días.
Está el caso de policías y militares que recibieron escupitajos de pobladores que repudian la cuarentena.
Otro peor, es el hallazgo de equipos de bioseguridad en almacenes del Servicio Departamental de Salud (Sedes) de Cochabamba, el pasado miércoles 29 de abril, mientras en los centros de salud el personal médico reclamaba por la falta de dotación de esos equipos para luchar contra la pandemia de Covid-19, allí se encontraron cientos de unidades de barbijos, batas, máscaras de seguridad y alcohol en gel, entre otros.
La Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia (Felcv) reportó la atención de 1.872 casos de violencia familiar, durante la primera y segunda fase de la cuarentena contra el Covid-19 y dos casos de infanticidio, uno en La Paz y otro en Chuquisaca.
Los vecinos y comerciantes de las avenidas República y Pulacayo, en el cochabambino mercado La Pampa, rompieron la cuarentena este pasado domingo e instalaron sus puestos de venta, como si fuera un día normal.
Un juez envió a la cárcel con detención preventiva a 33 detenidos en El Alto que bloqueaban calles y apedrearon dos buses municipales que transportaban personal de salud; en ese momento y de acuerdo al video que circula en las redes sociales, un efectivo de la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP) al ayudar a una mujer a subir a un vehículo policial perpetró lo que un acto de abuso sexual hacia ella, lo que generó cientos de críticas.
Podrían sumarse más ejemplos, pero basten estos para ejemplificar la situación de ignorancia en la que está sumida Bolivia.
Por eso es urgente que las campañas de educación e información emitidas por la autoridad correspondiente no se limiten a realizar pedidos sobre el uso de material de bioseguridad, sino que incidan en educar a los receptores del mensaje.
Se entiende que es una tarea titánica, y casi imposible, pero no está dando resultado observar la actual y única cara de la moneda, donde se muestran sólo frías estadísticas, que anuncian el número de contagiados, decesos, y casos positivos.
Ha llegado el momento de abandonar posturas, ideologías y forcejeo político porque da rabia ver cómo juegan con la vida.
La autora es magíster en comunicación empresarial y periodista
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER