El agua en la bolsa de valores
¿Quién tenía dudas de que ese día llegaría? Era solo cuestión de tiempo y ahora es parte del negocio a corto plazo, y no como los usureros pretenden engatusarnos argumentando que es un negocio a largo plazo. Ese bien considerado un derecho humano, al que en teoría todos tienen acceso, ha caído en las garras de mercaderes que le ponen precio a todo, sin conocer el valor de nada. Esos que son capaces de vender a su propia madre.
El agua es esencial para la vida en el planeta que habitamos. Se puede prescindir del petróleo, de minerales y hasta de algún producto alimentario como el maíz o las patatas; pero la carencia o ausencia de ese líquido elemento es incompatible con la vida misma. Es el bien más preciado que tenemos y su escasez es una realidad. Previsiones pesimistas sostienen que el agua dulce, no la del mar, será motivo de conflictos armados y de desplazamientos masivos.
Veamos, grosso modo, la cantidad de agua dulce disponible en el planeta: El 97,5 por ciento del agua en la tierra se encuentra en los océanos y mares de agua salada. El restante 2,5 por ciento es agua dulce, una cifra por demás reducida. De ese 2,5 por ciento, el 69 por ciento se encuentra en estado sólido: en los polos y en las cumbres de alta montaña. ¿Preocupante verdad?
Hoy por hoy, en muchos países en vías de desarrollo, el agua ya se ha convertido en un artículo de lujo para unos cuantos y de acceso limitado para la mayoría. Su venta y distribución en calidad de agua embotellada y etiquetada con el logotipo de Coca-Cola y de Nestlé está más que aceptado en el mercado; para colmo, como producto de calidad y garantía. Esas dos transnacionales tienen el aval de los gobiernos corruptos de turno y lucran con el líquido elemento.
Millones de personas en todo el mundo, carecen de acceso al agua potable y a servicios de saneamiento básico. Según un nuevo informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 2.200 millones de personas en todo el mundo no cuentan con servicios de agua potable; 4.500 millones de personas no cuentan con servicios de saneamiento básico y 3.000 millones carecen de un grifo en sus hogares para el lavado de manos.
La escasez de agua dulce es tal en el mundo, que muchos deben desplazarse distancias largas para abastecer sus necesidades básicas de consumo. Los más se proveen de fuentes de aguas contaminadas, y están expuestos a la transmisión de enfermedades como la diarrea, el cólera, la disentería, la fiebre tifoidea y la poliomielitis, entre otras patologías.
Las cifras de muertes por diarrea, debido al consumo de aguas contaminadas, sobrepasa el medio millón al año. Si a estas cifras sumamos los decesos por intoxicación con metales pesados, por ejemplo, existen razones de sobra para encender las alarmas. Se calcula que hasta el año 2025, más de la mitad de la población mundial vivirá en zonas con escasez de agua, cifra que puede incrementarse debido al calentamiento global.
El panorama es más que sombrío. La explotación desmedida de los recursos naturales, el antropocentrismo y la manía de poner precio a todo, es el camino que la humanidad ha trazado hacia su propia autodestrucción.
Quién lo diría, ahora el agua es un activo universal. No debería sorprendernos si el aire sigue ese camino; de llegar ese día, cada mortal tendrá que andar con un medidor de aire colgado al cuello, para pagar por el aire que respira.
El autor es ingeniero ambiental
Columnas de RUBÉN CAMACHO GUZMÁN