La amiga del viento
En su guitarra, lo telúrico y en su voz, corazones llenos y cicatrices, el rumor del campo, de los pajaritos y de las calles. Violeta Parra, la amiga del viento, parte un domingo del mes de febrero a los 50 años. Violeta, hija de Nicanor Parra y Clara Sandoval y hermana del poeta Nicanor Parra, viajera, cantautora, folclorista, ceramista, tejedora de la vida campesina, militante de la izquierda y declarante del “amor y su ciencia”, deja tras de sí el infinito telar de una historia que se canta. Parra recorría la inmensa geografía de Chile y supo recuperar canciones anónimas e historias rurales que musicalizó.
Ejerció, como poeta, la posibilidad de abrir el mundo en la tierra de las palabras, ella a quien le decían que se había enfermado de tristeza, compuso La jardinera y aquí, un extracto: “Para olvidarme de ti/Voy a cultivar la tierra/En ella espero encontrar/Remedio para mis penas/Aquí plantaré el rosal/De las espinas más gruesas/Tendré lista la corona/Para cuando en mí te mueras”.
Parra formó parte de un momento vital en la historia del movimiento musical chileno en la década de 1950, integrante clave de la corriente de canto popular, ese que habla de la vida con sus asimetrías sociales, el proceso de violencia contra los mapuches, pero también de la belleza de quien contempla el deambular del sol sobre la barriada, y la lluvia. Se dice que ella encarnaba la irreverencia discursiva de aquello que debía ser sacado de la sombra, del silencio cómplice en el que habita la corrupción y la tiranía y, además, y a pesar de los tiempos adversos, agradecer a la vida, aunque el dolor fuera un acompañante persistente.
“Con Violeta Parra también nació la Nueva canción chilena, un movimiento masivo de renovación y recuperación folclórica que agregó características propias de la música continental, incorporando instrumentos y ritmos de toda el área hispanoamericana. Este fenómeno tuvo un fuerte compromiso con el proceso de cambios sociales que vivía Chile en los años 60 y 70” (museodelamemoria.cl).
Mujer de fuego, mujer con guitarra y el ojo que persiste en mirar, la palabra como la forma de no dejar que el olvido caiga sobre la memoria. Así, Violeta Parra se constituye en la voz atemporal, en la influencia, en el lugar de referencia, en la vida. En febrero Parra parte, pero se queda.
La autora es escritora
Columnas de CECILIA ROMERO