Los cortos chapis
Este trabajo comienza su proceso el 2017, con la filmación de Amor por Internet y finaliza con Bendita sea la oveja, en el año 2020. Así, el cineasta Juan Cristóbal Ríos V., guionista de ¿Quién mató a la llamita blanca?, coguionista de Norte estrecho, director del documental La Virginia de los bolivianos (actualmente en posproducción) y ganador del fondo Arlington Commission for the Arts (2023), dio corporeidad a sus alteregos porque ellos, en palabras del cineasta, “fueron creados para diversificar sus propias contradicciones internas”, haciendo lo que se denomina como cortometraje minimalista, el que se filma en una sola locación, con dos actores principales y pocos personajes secundarios.
Sin duda, esta es una forma de trabajar en el audiovisual que se denominó Cortometrajes chapis, los cuales se presentaron recientemente en diversos escenarios como el mARTadero y La Troje, ambos, espacios culturales que abrieron sus pantallas contando con un público tan entusiasta como numeroso.
Estos cortos recorren rutas. El primero, una de un amor adolescente mediado por el Internet, el segundo, un camino que en primeros planos explora las razones de mirar y ser mirado, y el tercero narra lo que es vivir en una Bolivia lírica, contradictoria, donde la desgracia y la felicidad nos acechan con la misma intensidad, en el último corto o camino un piropo será el detonante, del castigo o el perdón que necesitamos para poder volver a respirar aliviados.
Los alteregos de un cineasta se sientan a la mesa a compartir este festín de imágenes y caminos que no siguen rutas seguras, aquí cada quien puede encontrar su propia historia, la pulsión de sus deseos o quizá aquello que no soporta. Bienvenidas son esas rutas que atravesamos con la posibilidad de sorprendernos, ¿acaso no es eso un arte disruptivo? Lo que implica la experimentación artística por vías que respeten no el sagrado horizonte de las apariencias sino la emoción, aquello que no se controla y que muchas veces no se racionaliza. Es la creación de historias audaces que nos llevan a nuevos territorios. Porque estas historias son imperativas en su necesidad: la celebración de lo incorrecto, de aquello que al salir no tiene miedo a decir lo que cree.
Los alteregos del director crearon Amor por Internet, Escopofilia, Amor en tiempos de dictadura y Bendita sea la oveja, cuatro cortos que cuentan con actores de firma por demás reconocida, productores y equipo técnico de alto nivel.
“La felicidad consiste en ser capaz de decir la verdad sin herir a nadie”, afirmaba Federico Fellini y este sentido adquiere total corporeidad en estos dispositivos donde el poder y el amor tienen un contrapunto con finales abiertos y ambiguos. Los alteregos de los Cortos Chapis en una entrevista personal con esta columna, dicen que desean compartir el lado provocador con la audiencia y encontrar cosmovisiones en común, esto se asume como una contradicción porque al plantear temas polémicos se puede herir en el momento menos pensado y esa no es la intención. Quiero elegir mi libertad de expresión siempre, concluyen.
En este viaje que ha supuesto entrar en el mundo de este cineasta y sus alteregos, nos hemos desencontrado y también hemos reído sin culpa ante su incorrección política, lo cual supone una bocanada de aire fresco en tiempos de cancelaciones y correcciones mal llevadas.
Columnas de CECILIA ROMERO