Educación: una columna vertebral dislocada
Es una pena y una vergüenza lo que está atravesando el país en educación. Lo que debería ser prioridad para el desarrollo no es más que la quinta rueda del auto. Pese a que se tuvo un año para planificar soluciones, aún se sigue caminando a tientas sobre un campo minado. Como los jóvenes y niños no votan, poco importa a las autoridades garantizar este derecho básico.
¿Dónde se forman seres humanos de bien para la sociedad? Claro que en casa, pero también en la escuela. La educación debería brindar conocimientos académicos de alta calidad en ambientes equipados para ello y también impulsar la autosuperación.
Los niños deberían aprender desde pequeños a respetar a su patria, la diversidad cultural y a trabajar por el bien del medio ambiente. Pero estamos ante una realidad completamente diferente.
La primera bomba a la educación cayó con la educación virtual. En un país donde conectarse a Internet es casi un lujo, se pretendió pensar que todos tienen el mismo acceso a una computadora. Pero la brecha digital es demasiado grande, una brecha que también es educacional.
La segunda bomba, y la más destructiva, fue la clausura del año escolar 2020. Todo el esfuerzo que estaban haciendo algunos se menospreció por completo. El estudiante que estaba esforzándose por aprender, pese a las limitantes, se encontró con que su empeño valía igual que el de aquel a quien no le importó más seguir formándose.
El Gobierno apuntó a padres y profesores por quejarse de las condiciones y no tener soluciones para ello. Además, los llevó a enfrentarse entre ellos y despreciar el valor del otro y su importancia en la formación del escolar.
¿Qué ejemplo se les está dando a los niños y jóvenes con esto?, ¿qué patria estamos construyendo a partir de quienes hoy tienen su confianza y delicada formación en nuestras manos?
Ahora empezó otro año escolar tratando de sobrellevar todas las dificultades. Pero la brecha es más evidente. En el área rural se tuvo que forzar las clases presenciales, porque no hay modo de hacerlas virtuales. Profesores y estudiantes se exponen al riesgo de contagiarse de Covid-19, por tratar de tener una educación.
En el área periurbana también solicitan clases presenciales, porque no logran acceder a Internet. Y en el área urbana sí se tienen clases virtuales, pero ¿a qué costo? Familias con más de tres hijos y una computadora en casa ¿qué pueden hacer?
Y hay también el tedio de los pobres niños que deben estar ante una computadora durante horas sin poder soñar con el recreo para ir corriendo a la canchita a jugar con sus amiguitos. Y es que no sólo se golpeó el desarrollo académico del estudiante, sino también el social.
Algunos colegios hicieron el esfuerzo de crear una plataforma virtual con un circuito cerrado y capacitaron a sus maestros, pero otros no tienen los recursos ni la capacidad técnica para ello.
¿Qué les decimos a los niños? Lo siento, pero tu educación no es un puente que entra por los ojos. Lo siento, pero tú no votas, así que no me importa hacer políticas para ti. Es más, cuanto más ignorante crezcas, más útil eres para seguir en la manada y no cuestionar nada.
No importa si no sabes escribir una oración, hacer cálculos con fracciones o no desarrollas tus habilidades artísticas o deportivas. No importa si no sabes amar y valorar a tu país y respetar las opiniones del otro.
Lo que importa es que seas un borrego y creas que las obras te las regalo, porque soy un político buen tipo. Agarro mi guitarra, canto y tú sólo debes aplaudir como en un show de circo.
Repito, es una pena y una vergüenza el mensaje entre líneas que se le da al estudiante. Lo único que creo que queda decirles a todos los escolares es que no importa lo que el Gobierno espere de ustedes, ni lo que otros les digan que deben ser. Mírense al espejo y sueñen con ser grandes cosas y, para alcanzarlas, edúquense, fórmense y esfuércense.
Edúquense para ser los que gobiernen el país por mejores días y no tengan que rogarles a los gobernantes mejores condiciones. Sean líderes y no borregos. Es hora de enderezar la columna vertebral de nuestro país.
La autora es periodista y educadora
Columnas de LORENA AMURRIO MONTES