Tiwanaku: una bandera indígena de ocasión
Bolivia es un país con enorme riqueza cultural, sin duda alguna. Tiene maravillosas joyas arquitectónicas preincaicas, incaicas, coloniales, entre otras, pero muchas de ellas corren una suerte de olvido. A 76 kilómetros de la ciudad de La Paz se encuentra una de ellas, a la que dan importancia solo en fechas específicas, como una bandera de ocasión.
Tiwanaku fue considerada una de las ciudades más importantes de la época preincaica y la cuna del hombre americano, según especialistas. Pero llegar allí puede ser una prueba de nervios y paciencia.
Hace pocos días viajé a La Paz con la intención de volver a ver los templos preincaicos; ya los conocía, pero en la repetición está el gusto y quería saber más sobre nuestros antepasados. Ahora sigue una pequeña crónica viajera para expresar algunas preocupaciones que encontré en el camino.
Primero, la terminal interpovincial de El Alto, punto de partida de los minibuses a Tiwanaku, es un caos. No hay un letrero en castellano, aimara o inglés que explique por dónde ir para tomar el vehículo. Preguntando y caminando llegué a uno, me acomodé adelante y fui testigo, en primera fila, del caos alteño.
Ya en Tiwanaku, compré mis entradas para las ruinas y sí nos ofrecieron un guía, pero preferí hacer el trayecto por mi cuenta. Empero, algo muy bueno que observé es que los guías hablaban francés, inglés y me parece que alemán.
El museo de cerámica no es muy explicativo. Necesitan exponer de mejor manera las piezas. Hoy, un museo no sólo puede tratarse de poner un vaso con luz y una breve descripción no apta para miopes, como esta servidora.
Luego, entré a todas las ruinas: ¡fantásticas! Subí por la pirámide a medio excavar, observé los monolitos tapados con un pequeño toldo por la lluvia y vi la famosa Puerta del sol. Es todo fascinante, se percibe una energía increíble y maravillosa. Caminé por horas y no me arrepiento. Lo que sí me apena es que no hay proyectos de conservación ni de seguir descubriendo lo que esconde Tiwanaku.
Cultura no sólo es el Carnaval o las ferias de comida. Tiwanaku no sólo debe importar el día del año nuevo andino o para la posesión de los presidentes. Se necesita invertir para cuidar y mejora ese complejo. Elaborar proyectos que permitan preservar lo que se tiene e indagar más sobre una ciudad preincaica que llegó a tener más de 40 mil habitantes. Debemos estudiar y conocer más nuestra historia.
Una vez finalizada mi caminata por las ruinas, entré al museo Lítico a dejarme maravillar por el monolito Bennett. Su inmensidad deslumbra. Sin embargo, su sala está desordenada. El orden de sus explicaciones está al revés y sería bueno que existan audioguías y no sólo se trate de pararte a leer y descifrar el orden de los cuadros.
Finalmente, admito con profunda pena que no llegué a Puma Punku, porque supe de su existencia al revisar la entrada cuando ya estaba de regreso. No había un solo letrero que me indicara que había algo más. La señalización es muy pobre y se ha dejado todo el cuidado a las personas del municipio que hacen todo su esfuerzo, pero y el Estado boliviano ¿dónde queda?
Es una linda bandera política del indigenismo, pero no se preserva ni se piensa en ella más allá de la época en la que es necesario como escenario de propaganda ideológica. Volveré para ver Puma Punku y a seguir escuchando teorías sobre aliens, que comentan algunos visitantes al ver las figuras (jeje).
La autora es comunicadora social
Columnas de LORENA AMURRIO MONTES