“Millennials” ofendidos
“Generación de cristal” es la denominación favorita de los adultos a los millennials y centennials. Se refiere a la fácil ofensa de los jóvenes por cosas que puedan ir en contra de sus ideas. Soy millennial y muchas veces consideré que esa frase se aplicaba más a los adolescentes que a mi generación, pero las reacciones que vi a los dichos del papa Francisco me dejaron callada.
Quienes tienen perros y gatos en lugar de hijos “son egoístas” dijo el papa Francisco hace poco más de dos semanas. El hombre dice varias cosas cierto tiempo, pero ninguna llegó a tener tanta relevancia en redes sociales como esta, porque fue dirigida precisamente a los millennials y su creencia de que sus mascotas son sus hijos.
Yo no voy a cuestionar la decisión de nadie de tener o no hijos, pero sí me llamó la atención que católicos y no católicos comenzaron a subir fotos de sus mascotas “reaccionando” a lo que dijo el Papa.
Lo primero que me llamó la atención fue que muchos conocidos, declarados ateos, se sintieron ofendidos. No entiendo. Yo soy católica y cuando alguien de una religión con la que no comulgo me dice cómo debería estar viviendo mi vida, pues no le hago caso, porque se supone que no comparto creencias o valores con esa persona.
Lo otro fue preguntarme ¿qué está sucediendo con mi generación? Cuando tenían mi edad, los padres de mis amigos y los míos ya tenían por lo menos un hijo y estaban casados. Ahora eso no sucede con la misma frecuencia que antes y creo que he identificado algunas causas.
Primero es el tema de estudios. Hoy no basta con tener una licenciatura, el mercado laboral exige maestrías y muchos optan por irse de Bolivia. Entonces, hay quienes se enfocan primero en ello y luego en formar una familia, lo cual sucede luego de los 30 años.
Segundo, es la decisión de muchos no tener hijos. Y para esto hay varios factores. Uno de ellos es que no se quiere seguir explotando la capacidad del mundo para abastecer a la humanidad. Otra razón es que muchos consideran que la sociedad está tan deshumanizada que no vale la pena traer niños a sufrir, el tercer factor es en el que me detendré un poco más.
Al parecer tampoco somos una generación con el valor de tener hijos. Nunca es, realmente, un momento ideal para traer niños al mundo, pero no nos damos cuenta que carecemos de ese valor y lo disfrazamos. Los millennials rondamos los 30 años y muchos siguen viviendo en casa de sus padres con un trabajo de poca paga o con la incapacidad de tomar la decisión de la independencia y lo que esto implica.
Además, a eso le añades una mascota que amas y en la que inviertes parte de ese salario que quizá percibes y, claro, ese perro o gato no te va a reclamar nada, no te tirará la puerta en la cara en su adolescencia o te mantendrá noches en vela cuando llega tarde de una fiesta, no tendrás que pensar en su educación ni su ropa. Todo, ciertamente cómodo.
Tener hijos requiere valor y mucho. Dejar de pensar en ti y tus necesidades para priorizar las de otro ser. Entonces, por supuesto que la otra vía es más sencilla. No es una obligación tener descendencia y menos hoy en día; pero seamos honestos, no se trata de que un Papa nos llame egoístas y nos ofendamos, se trata de darnos cuenta de que nuestra generación se ha quedado un poco estancada en el tema de la independencia y debemos ser autocríticos sin ofendernos.
La autora es comunicadora social y millennial
Columnas de LORENA AMURRIO MONTES