Urgen nuevas estrategias contra la Covid
Las consecuencias del rechazo a recibir la vacuna contra la Covid-19 han convertido al entorno familiar en uno de los principales focos de contagio y las víctimas más vulnerables de ello son los niños. Esa constatación exige una nueva manera de encarar la emergencia sanitaria.
“El entorno familiar está siendo identificado como la primera fuente de contagio. Son los padres los que están contagiando”, decía hace cuatro días la Secretaria Departamental de Salud de Cochabamba.
Dos casos de bebés muertos a causa del mal le dan la razón: uno en La Paz, una infectada de tres meses, y otro en Potosí, de ocho meses. En ambos, ninguno de los padres estaba vacunado.
La alarma respecto de este efecto del problema que representan quienes no quieren vacunarse contra la Covid-19 no es solo de la funcionaria cochabambina.
El epidemiólogo pediatra del Hospital del Niño, en La Paz, constata que los niños “se contagian porque los papás han llevado la enfermedad, en esta etapa (los menores) no han salido ni al colegio, han estado en casa, ¿quién les ha enfermado?, la persona que está circulado, el papá, los hermanos, los tíos… El hecho de que una persona no quiera una vacuna es un riesgo”.
El pediatra de ese hospital paceño va más allá al afirmar que “es imprescindible que los niños tengan la vacunación, esto requiere que tengan la vacunación incluso desde los dos años de vida para que se pueda proteger a la población, recuerden que los niños son asintomáticos, primero, tenemos que darles a ellos la protección y, segundo, hacer que el resto de la familia se proteja”.
Es posible que en un tiempo más el Gobierno amplíe el rango de edad de la población vacunable, que actualmente es a partir de 12 años. Pero incluso así, la vacunación de los menores se enfrenta al rechazo de sus padres que deben autorizarla. Y ellos mismos evitan la vacuna. Las razones que invocan son diversas y ninguna podría derrumbar los argumentos científicos y la constatación de que los vacunados no se enferman de gravedad y contagian menos.
Y precisamente porque se trata de motivos no razonables el asunto exige una estrategia diferente de la que se aplica actualmente en la lucha contra la pandemia.
Así, las instancias sanitarias municipales y departamentales tendrían que encarar el tema conformando, en primer lugar, un equipo multidisciplinario con sociólogos, psicólogos y comunicadores. Ellos tendrían que ser capaces de formular una estrategia eficiente para vencer el punto más crítico del combate contra la pandemia: el rechazo irresponsable a la vacuna, cuyas consecuencias pueden ser fatales.