A 50 años del golpe
El 50º aniversario del golpe de Estado encabezado por Pinochet en Chile encuentra a ese país en las peores circunstancias para rendir homenajes.
Con un electorado totalmente volcado a la derecha, el legado del general parece ahora ensombrecer al del presidente y médico que se suicidara hace medio siglo en medio de una estéril resistencia dentro del Palacio de la Moneda.
Isabel Allende, la sobrina del ex jefe de Estado, ha dicho que cuando se conmemoraron los 40 años del 11 de septiembre, Chile estaba más convencido que nunca de que la democracia jamás debe romperse. Una década más tarde, dice Isabel, “hemos retrocedido”.
Pinochet es posiblemente uno de los pocos dictadores con nostálgicos y evocadores. Fue el más duradero de Sudamérica, el único que redactó una Constitución, aún vigente, y el que tuvo tantos defensores como detractores.
Si bien a Allende nadie se atreve a criticarlo, han surgido voces recientes que lo señalan como responsable de un fracaso, antes que de una derrota. En otras palabras, el gobierno de la Unidad Popular (UP) se habría hundido en sus propias contradicciones y por ello el golpe habría sido casi solo el empujón final de tres años de polarización insoportable.
¿Cometió Allende gruesos errores?
Sí, pero ni uno solo de ellos consigue justificar la ola de violaciones a los derechos humanos que se cometieron en Chile a nombre del anticomunismo. Si Allende ya no representaba a la mayoría de los chilenos, no hacía falta un golpe para derrotarlo.
Cincuenta años son suficientes para hacer un balance más frío. Este es el mes para hacerlo.
Columnas de LA H PARLANTE