Lo bueno, lo malo y lo feo
Tres aspectos pueden observarse en el cambio de propietarios de Los Tiempos:
Lo bueno: el personal del periódico recibió “el pago de los salarios adeudados de octubre y parte de septiembre”, informa el artículo sobre el tema publicado el domingo último en Los Tiempos. “El cambio de propietarios de la empresa cochabambina implica la inyección de capitales y el consecuente cumplimiento de las obligaciones tributarias y de aportes a la Gestora que estaban pendientes de cumplimiento”, precisa.
La totalidad del paquete accionario de Editorial Canelas S.A., a la que pertenecen los periódicos Los Tiempos y El Alteño, “ha sido adquirido por tres firmas nacionales: SANTA CRUZ PROPERTIES S.R.L., Inmobiliaria UBC S.R.L. e Intercomunication Company S.A. Esas firmas son parte del grupo empresarial Valdivia, dirigido por Eduardo Valdivia Zambrana”.
Lo malo: la familia Canelas, que tuvo en sus manos la propiedad del periódico desde su fundación, en septiembre de 1943, dejó Los Tiempos el martes 26 de noviembre.
También fue mala la asfixia impositiva, la pandemia que impidió la circulación de la edición impresa, además de la falta de inversión publicitaria, tanto estatal como privada.
En cuanto a la inversión privada resulta llamativo que las principales empresas de Cochabamba, sede de Los Tiempos, abandonaran “pauteos” publicitarios, en estos últimos años, y curiosamente sean esas mismas empresas y sus gerentes quienes ahora lamentan la transferencia del periódico a otras manos.
Lo feo: desde hace una década y media, en la que vivimos gobernados bajo el régimen de los azules, que con fraude de por medio intentaron perpetuarse en el poder, veo cómo el gremio periodístico ha sido y es sometido a todo tipo de injusticias y calamidades, porque quienes están en el poder no aceptan formas diferentes de pensar.
Nos han llamado “pollos de granja”, “muertos de hambre”, “vendidos”, “amarillistas”, y entre peores cosas, mis colegas implicados en el caso Las Londras ven con impotencia que no hay sentenciados y la investigación avanza a paso lento.
Desde el Gobierno también intentan que algunos periodistas, como Wilson García Mérida, o Carlos Valverde, puedan expresarse libremente y los han perseguido hasta casi dar fin con ellos.
Eso es lo feo. Porque un país que tiene una sana democracia respeta la pluralidad de ideas y de las opiniones, como la que vierto en este artículo, y los periodistas no sufren censura gubernamental; más bien sus ideas pueden ser usadas para el debate libre y propositivo.
El líder del grupo Valdivia ha prometido que respetará la línea editorial de Los Tiempos, es decir “informar sobre los temas de relevancia pública, con imparcialidad y sentido crítico y cuestionador”, pero ya saben… es una promesa.
Columnas de MÓNICA BRIANÇON MESSINGER