¿Subirá o bajará el dólar?
Por la teoría económica entendemos que las “expectativas racionales” y las “expectativas adaptativas” de la población pueden potenciar o debilitar las políticas públicas, así como su credibilidad frente a un futuro incierto, ello, a partir de la verdad o rumores interesados que las impactan positiva o negativamente. La historia ha mostrado muchas veces que cuando la desconfianza de la población en los gobernantes aumenta, la eficacia de las políticas públicas disminuye, incluso, más que proporcionalmente: a mayor desconfianza, menor efectividad de las mismas. De ahí que lo que piensen hoy los individuos (algo que tiene que ver con la psicología) influirá en sus decisiones y, en el agregado (en el ámbito de la sociología), afectará al país en su conjunto.
Las señales que percibe la población le inducen a tomar decisiones que definitivamente pesarán a futuro, resultando incidentes en toda gestión gubernamental. Si las señales no son auspiciosas, la gente no solo podrá tomar decisiones gravitantes para la economía del país basadas en expectativas racionales, soportadas en la verdad y la lógica, sino que podría producirse también una sobrerreacción basada en expectativas adaptativas, lo que, normalmente, empeora una situación indeseada.
Cuando hay quienes —por razones objetivas o quién sabe qué motivación— generan escenarios de incertidumbre, se activa el temor, del cual se puede pasar al miedo y de éste al pánico, provocando así una reacción negativa que neutraliza la eficacia de las políticas públicas haciéndolas no creíbles para muchos, por las dudas sembradas en sus corazones.
¿Recuerda las colas en 2023 con gente, pobre inclusive, queriendo comprar dólares en el Banco Central de Bolivia (BCB) a causa de la zozobra que provocó una seguidilla de afirmaciones, de que el país estaba quebrado, que había tocado fondo, que las reservas internacionales netas se habían agotado, que estábamos al borde del abismo y que se venía una hiperinflación como la de la UDP?
Más allá de que el déficit fiscal es un problema, que la subvención a los combustibles se torna insostenible, que hay funcionarios supernumerarios en la administración estatal y que la eficiencia de las empresas públicas está en veremos, las apocalípticas profecías cambiaron las expectativas a negativas y llevaron a la gente a sobrerreaccionar, a que se dispare la demanda de dólares y aumente su precio. Para que el temor baje y se recupere la confianza de la gente, mucho contarán las buenas señales que se vean desde el Gobierno.
En los últimos días se han dado reuniones entre más de 10 entidades del sector empresarial boliviano con varias carteras de Estado, a la que se añadió otra entre la Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco) y el presidente del Estado, en ambos casos, buscando la sinergia público-privada que por tanto tiempo se demandaba —pero que no se daba— a fin de evitar el escenario actual. Es de esperar que las acciones que deriven a partir de ello sean tan contundentes que retorne la certeza de mejores días para el país.
El economista estadounidense Richard Thaler, profesor de la Universidad de Chicago, recibió en 2017 el Premio Nobel de Economía en reconocimiento a su importante aporte teórico sobre economía conductual, integrando la herramienta de la psicología al análisis económico, para intentar explicar cómo es que el ser humano va más allá de lo racional a la hora de tomar decisiones, afectando éstas los pronósticos de las tendencias del mercado. Años antes, otro economista estadounidense, Gary Becker, Premio Nobel 1992, propuso que la conducta humana no necesariamente es racional, sino, también, irracional. Pensemos, ¿es o no es cierto que el hombre es impredecible?
El optimismo o pesimismo con que se conduce la gente afecta a la economía para bien o para mal, es importante saber esto porque muchas de las afirmaciones de políticos, economistas y analistas transitan por el camino de la “profecía autocumplida, autorrealizada o autorrealizable”, esto es, “una predicción que, una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad”, si fuera positiva ¡enhorabuena! Pero… ¿y si no? Vea este ejemplo: “En la novela Traficantes de dinero, de Arthur Hailey, se da un caso paradigmático de profecía autocumplida. Una campaña de activismo cívico para presionar a un banco comienza con los rumores (no necesariamente verídicos) de que ese banco está próximo a quebrar. La gente se dirige en masa a retirar sus depósitos alarmada por el rumor, de modo que el banco, por estos retiros masivos de efectivo, comienza a acercarse de verdad a la quiebra profetizada por aquel rumor”, (Wikipedia.org)
¿No le recuerda esto lo que sucedió el año 2023 con una gran entidad financiera en el país? ¿Cuánto de lo que está pasando con la escasez del dólar tiene que ver con el cambio de expectativas que se ha provocado en la gente? Todos preguntan ahora: El dólar… ¿subirá o bajará? Mucho dependerá de las condiciones objetivas, pero también, de las expectativas.
El autor es economista, magíster en comercio internacional y gerente del IBCE
Columnas de GARY ANTONIO RODRÍGUEZ