El zurdo socialista y el cambita capitalista
El presidente Luis Arce ha responsabilizado a “los cambitas” del oriente boliviano por el alza de precios de la canasta familiar. Este comentario ha desatado una ola de críticas y muchos lo han calificado de desafortunado. Esta situación pone sobre la mesa un debate esencial sobre la relación entre el sistema capitalista, las leyes del mercado y el modelo económico defendido por el Movimiento Al Socialismo (MAS).
Un productor “cambita” resumió el malestar de su sector frente a las declaraciones de Arce: “Es un mal mensaje y una falta de ubicación, porque el sector sólo sabe producir”. Desde las grandes agroindustrias hasta los pequeños agricultores del departamento de Santa Cruz constituyen en conjunto el motor económico que sostiene la seguridad alimentaria de Bolivia. Así nomás.
A pesar de las trabas burocráticas y las constantes tensiones políticas, no sólo los productores cruceños sino también el empresariado boliviano en general, continúan pagando impuestos y enfrentando obstáculos que, según ellos, provienen de un modelo económico que mezcla la retórica socialista del siglo XXI con las prácticas capitalistas más básicas.
En esencia, los productores y empresarios trabajan bajo las leyes del mercado, donde la oferta y la demanda regulan la actividad económica, mientras sostienen al Estado boliviano con toda su gigantesca burocracia compuesta, en gran parte, por militantes del MAS incapaces de producir un alfiler.
Aunque el discurso del MAS se presenta como socialista, en la práctica ha sido el libre mercado el que ha permitido al Gobierno sostenerse durante los últimos 18 años de comunitarismo. La dependencia de la recaudación tributaria proveniente del sector productivo privado ha sido clave para financiar el fracaso de todos los programas estatales y la estructura burocrática del partido, muy vinculada con la corrupción transversal.
Sin embargo, el gobierno del MAS ha utilizado un discurso que demoniza al sector empresarial privado mientras recauda los tributos con vivas y glorias a su “excelente gestión”. Esta hipocresía, calificada por algunos como un “falso socialismo”, ha generado tensiones entre el Gobierno y los productores privados, especialmente en momentos de crisis económica como el actual.
En este escenario complicado por el incremento en los precios de los alimentos y otros bienes esenciales, ya son varios los que coinciden en que las dificultades actuales no pueden atribuirse únicamente a las dinámicas del mercado o a los productores. Más bien, apuntan a la falta de políticas públicas efectivas que respondan a los desafíos estructurales de la economía nacional, la atracción de inversiones privadas, la creación de empresas y la desburocratización urgente del aparato estatal.
El presidente Arce, lejos de asumir su responsabilidad, ha sido acusado de “lavarse las manos” y de actuar con “incapacidad y cobardía” frente a los problemas del país. Su Gobierno ha optado por culpar al sector productivo privado, desviando la atención de las carencias en planificación e inversión.
Uno de los aspectos más contradictorios del modelo económico del MAS es su dependencia de las leyes del mercado para sostener su discurso socialista. A pesar de las críticas al capitalismo, el Gobierno ha privilegiado la dinámica de oferta y demanda para garantizar ingresos tributarios. En este sentido, las leyes del mercado no sólo han perforado las bases del modelo socialista, sino que también han expuesto su fragilidad.
No hay duda de que este modelo está agotado y la gente está cansada de las promesas incumplidas del MAS y de un sistema que no logra ofrecer estabilidad ni prosperidad. Sin embargo, todo apunta a que las herramientas mal gestionadas por el Gobierno han priorizado el control político del MAS sobre el desarrollo económico.
El futuro económico de Bolivia requiere un replanteamiento profundo de sus políticas y prioridades. En lugar de buscar culpables en el sector productivo privado, el Gobierno debería incentivar el acceso a la infraestructura productiva, liberar la creación de empleo para aumentar la competitividad de los productores bolivianos.
Si esta formula no coincide con los mantras socialistas que recitan los “zurdos” (como les dice Milei a los izquierdistas), por lo menos el Gobierno debería reducir la burocracia estatal, aligerando la carga administrativa muy podrida por las desigualdades y las tensiones políticas entre los mismos militantes del MAS.
Columnas de MARCELO GONZALES YAKSIC